¿Será posible cicatrizar sin cicatrices, y que nuestra piel se vea igual en toda su extensión, aunque hayamos sufrido heridas o quemaduras? Un grupo de científicos está trabajando en ello, te lo explicamos.
Cicatrizar sin cicatrices, ¡los científicos saben cómo conseguirlo!
Las cicatrices forman parte de nuestra vida: todos, en algún momento, nos hemos caído y roto nuestra piel, y a algunos más que otros, se nos han formado esas marcas que indican que la piel ha vuelto a nacer allí donde se dañó. Te explicamos en un post previo todo sobre las cicatrices, y hablamos del complejo y natural proceso que la piel pone en funcionamiento cada vez que es lesionada.
Esto de cicatrizar sin cicatrices, habilidad que los humanos –y los mamíferos en general– no tenemos y más bien caracteriza a anfibios y peces, está convirtiéndose en una posibilidad real gracias a un grupo de científicos de la Universidad de Pensilvania, que a su vez se han basado en un estudio de varios años del Laboratorio para el Desarrollo y la Biología Regenerativa, de la Universidad de Irvine (California); ambos equipos investigan la forma de sanar la piel y que ésta quede exactamente igual.
Como sabrás, las células grasas –o adipocitos– están en toda la piel, pero cuando nos cortamos y comienza la cicatrización, la piel que surge no tiene adipocitos, ni folículos pilosos; la piel de una cicatriz está llena de miofibroblastos, células especializadas de la cicatrización. Por eso, cuando nos herimos y la piel se regenera, tiene un aspecto menos elástico, tal vez áspero, a veces blanco y sin pelos (si alguna vez te has herido en la cabeza y te ha quedado una cicatriz, verás que no te crece cabello).
El punto de esta investigación es la manipulación de los miofibroblastos: influir en el desarrollo de estas células cuando se comienza la cicatrización para que se conviertan en adipocitos. Pero descubrieron que primero hay que regenerar los folículos pilosos, y que a partir de ellos y en respuesta, el tejido graso saldrá. En investigaciones previas, se demostró que tanto los adipocitos como los folículos pilosos se desarrollan por separado, pero no independientemente, y que siempre los últimos nacen primero.
El equipo tenía la sospecha de que los folículos pilosos apoyan el crecimiento de las células sebáceas en el proceso de regeneración de la piel, y uno de los primeros experimentos fue inducir el crecimiento de folículos pilosos en los miofibroplastos, es decir, en el tejido cicatricial; esto lo hicieron en ratones y muestras de piel humana cultivadas en laboratorio.
Uno de los hallazgos fue el descubrimiento de que los folículos liberan una proteína de señales (la proteína ósea morfogenética), justo cuando comienzan a formarse, y esta proteína es la que convierte a los miofibroblastos en adipocitos; es decir, aquí es donde se hizo realidad la metamorfosis, y lo que ha abierto una ventana a la ciencia para cicatrizar sin cicatrices.
En virtud de esto, si se indujera el crecimiento de los folículos pilosos en una herida en pleno proceso de sanación, la piel resultante sería indistinguible de la preexistente. George Cotsarellis, uno de los investigadores, dice:
“Por lo general, se pensaba que los miofibroblastos eran incapaces de convertirse en un tipo distinto de célula. Sin embargo, nuestra investigación demuestra que tenemos la capacidad de influir en ellos, y que esa influencia puede ser perfectamente capaz y estable para convertirlos en adipocitos”.
Esta investigación fue publicada recientemente en la revista Science. Es apenas una posibilidad, pues lo que se ha hecho son estudios de laboratorio; una cosa distinta es generar el crecimiento de los folículos pilosos en una herida de un ser humano vivo. Si el equipo es capaz de replicar estos ensayos en los seres humanos, podría conducir a un territorio totalmente nuevo: cicatrizar sin cicatrices significaría un adelanto enorme para las quemaduras, por ejemplo, pues no habría diferenciación entre la antigua piel y la nueva.
Un nuevo y amplio campo se ha abierto a la ciencia, pues hasta ahora los científicos pensaban que la transformación de los miofibroblastos en adipocitos era biológicamente imposible en los mamíferos. ¿Estaremos en el camino de la ciencia ficción?
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