“El matrimonio es para toda la vida…”. Seguro que has oído esta frase más de una vez, pero en la actualidad, ¿sigue vigente? ¿Es en realidad para toda la vida? Como bien sabemos es una frase que, por suerte para muchas personas, forma parte del pasado porque esa unión que “Dios hace”, mediante el divorcio, el humano la deshace. Y aunque es muy poco romántico, es una forma para ser feliz, pero esto no es tan fácil y por absurdo que pueda resultar, esa frase sigue presente en nuestro subconsciente atándonos con una serie de razones a una vida que no nos satisface. Si estás en esta situación deberías preguntarte por qué sigues casado.
Si esta es la razón por la que sigues casado… Lo estás haciendo MUY MAL
Los motivos que nos llevan al altar, en caso que nos casemos por la iglesia, o ante el juez, si lo hacemos por lo civil, no tendríamos que perderlos nunca de vista, tenerlos muy presentes y no olvidar lo que queremos y esperamos de esa unión, porque con el paso del tiempo quedan relegados por otros sentimientos que pueden confundirnos cuando, por cualquier motivo, empezamos a no ser felices en nuestro matrimonio y nos cuesta tomar la decisión de separarnos. En ese triste momento es útil replantearse la pregunta por qué sigues casado y si la respuesta está liderada por el miedo y los hijos, igual es que has perdido de vista ese objetivo, lo que te hacía feliz a ti como persona.
El miedo es un sentimiento que ejerce sobre nosotros una acción paralizante y que en ningún caso debería ser motivo de unión porque nos mina la confianza en nosotros mismos haciendo que nos sintamos incapaces de afrontar un divorcio y aún menos de comenzar una vida nueva, lo que nos lleva a un callejón sin salida que nos producirá sólo frustración. Por tanto tendríamos que afrontar ese miedo no tanto con el propósito de divorciarnos, si no más bien con el deseo de la superación personal así quizás descubriríamos que seguimos casados por elección y no por temor. Lo que es mucho más positivo.
También los hijos son una razón de peso para los padres, que no siendo felices juntos insisten en mantener la familia unida aunque esté rota para evitar el dolor de una separación a los hijos. Sin tener en cuenta quizás los niños perciben la falta de afecto entre sus padres y sufren igualmente aunque tratemos de enmascararlo, mucho peor aún si presencian peleas, faltas de respeto e insultos, por no hablar de malos tratos… (lo que sería ya motivo de separación inmediata). Por lo que no deberíamos nunca usar a nuestros hijos para justificar una unión pues lo más probable es que hagamos a nuestros hijos infelices, no sólo en la niñez, si no también en la edad adulta pues estaríamos dando un ejemplo de familia que podrían terminar repitiendo.
En cualquier caso afrontar el problema de forma abierta y civilizada exponiendo nuestros sentimientos con el apoyo de un especialista sería lo más sensato. ¿No te parece?