Estos honorables guerreros defendían su nación hasta la muerte. Su historia quedó en libros y parte de ella ha sido contada en películas. Pero, como siempre, estas no nos lo cuentan todo. En Supercurioso te presentamos 5 datos que quizá desconocías sobre la vida de un samurái.

Lo que las películas nos ocultaron sobre la vida de un samurái

1- Mejor no ser grosero o podrías morir

Pobre de aquel que decidía ser grosero con un samurái. Si una persona de clase más humilde menospreciaba a uno de estos guerreros, lo mataban.

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Debían hacerlo de inmediato y con un testigo. No hacerlo suponía una tremenda humillación, pues implicaba dejar que alguien lo denigrara y la única manera de restaurar el honor, era matando a la persona que había sido insultante.

2- «Afeminado» por dormir con mujeres

Contrario a todo lo que creemos hoy en día, en el Japón feudal se consideraba afeminado al hombre que pasaba la noche durmiendo con mujeres. El sexo debilitaba la mente y el cuerpo, según las ideas samurái. Aunque tenían familias, era solo por tener descendencia, pero si lo veían besar a su esposa, se consideraba que se había «afeminado».

Samurái11

Esto no significa que fueran célibes, de hecho, practicaban sexo con otros hombres porque -y esto te recordará un poco a la Antigua Grecia y a Esparta- este tipo de relaciones consideraban que los hacían fuertes.

3- Relación maestro-aprendiz

Se iniciaba desde niño. Lo que quizás el aprendiz, todavía prácticamente en su infancia, no imaginaba era que su maestro podía valerse de él para tener sexo. Todo esto a cambio de enseñarle artes marciales, el código de honor y etiqueta. Al cumplir los 13 años debía jurar lealtad a un hombre mayor y pasar 6 años de su vida junto a él, esto era conocido como shudo.

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Este compromiso era algo así como un matrimonio. Realmente esta es una parte que obviaron en las películas de la vida de un samurái.

4- Traicionaban a sus maestros

Antes de 1600, cuando fue creado el código samurái, un aprendiz podía traicionar a su maestro. Si este no lo defendía y recompensaba, el guerrero lo apuñalaba cuando tuviera oportunidad, para unirse a un maestro que le proporcionara los conocimientos y el trato que consideraba que merecía.

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Los misioneros que visitaron el Japón de la época estaban realmente impresionados ante las traiciones casi constantes de los habitantes del lugar y quedaron chocados ante la normalidad de la situación. A pesar de traicionarse, a veces se consideraba simplemente un acto de rebeldía, un pequeño toque de atención, que terminaba con una amistad renovada. Asombroso, ¿verdad?

5- La gloria de tener un cadáver bienoliente

Kimura Shigenari fue un legendario samurái que luchó por última vez en 1615. Antes de ir a batallar en el castillo de Osaka, él colocó en su casco mechones de su cabello y quemó incienso en él. Sabía que no sobreviviría, pero quería dejar un cadáver con un olor dulce. Desde luego, algo que nunca esperaríamos de un samurái y que realmente nos sorprende. ¿Por qué tendría este deseo?

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Sea como sea, su idea impresionó tanto a sus enemigos que, a partir de entonces, empezaron a imitarlo y a poner incienso también en sus cascos.

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