La impresión 3D es un proceso fascinante, usa modelos digitales creados por computadora para generar objetos reales, desde juguetes hasta comida pasando por casas de tamaño real. Esta tecnología está siendo explotada al máximo y más pronto de lo imaginado, las impresoras 3D podrán sorprendernos con algo mucho más complejo y controvertido: los órganos humanos.
¿Quieres conocer un poco más sobre esta nueva tecnología? En Supercurioso te lo explicamos…
¿Qué es la bioimpresión?
Imagina que quisieras imprimir en 3D uno de tus personajes favoritos de TV hecho de chocolate, entonces lo que tendrías que hacer es suministrar el chocolate necesario a tu impresora 3D para que pueda realizar esta tarea; de manera algo parecida pero mucho más compleja funciona la bioimpresión.
Los científicos recolectan células humanas de biopsias o células madre, luego hacen que estas se multipliquen en una placa de Petri, un recipiente de cristal en forma de disco. La mezcla resultante es una clase de tinta biológica que se introduce en la impresora 3D y que a su vez es programada para crear diferentes tipos de células, junto con otros materiales, en figuras precisas de tres dimensiones. Este proceso es similar a construir con piezas de lego, donde cada pieza debe ser colocada en un lugar preciso.
En forma más clara, la bioimpresora incluye un software que permite construir un modelo en tres dimensiones de los tejidos. Una vez diseñado, comienza la impresión con dos cabezales: uno «cargado» con las células humanas y otro con el hidrogel o matriz que sirve de soporte para la construcción de los tejidos. Además un sistema de calibración garantiza que cada célula sea colocada en la posición correcta. Y en el interior del aparato existe una cabina que mantiene los tejidos esterilizados.
El gran problema de la bioimpresión es que las células pueden morir cuando se encuentran mucho tiempo sin los nutrientes y el oxígeno que necesitan, incluso muchas de ellas mueren antes de que salgan de la impresora, es por esta razón que las impresoras deberían reproducir los sistemas vasculares requeridos para hacer viables los órganos.
Asuntos éticos por resolver
La bioimpresión nos abre camino a un futuro altamente prometedor, ya que los órganos impresos auténticos podrían utilizarse para pruebas de medicamentos o vacunas, principalmente hígados, liberando a los investigadores de métodos menos precisos como pruebas en animales o en modelos sintéticos; e incluso producir órganos muy necesitados para trasplantes.
Sin embargo, por ser una tecnología involucrada directamente con los seres humanos, esta despierta algunas preocupaciones éticas y controversias sobre como darle un uso adecuado en el futuro cuando sea posible imprimir correctamente los órganos humanos. Por ejemplo ¿Quién controlará la producción de estos órganos? ¿Quién asegurará la calidad de estos productos? Además es muy probable que estos órganos bioimpresos sean costosos, lo cual los pondría fuera del alcance de la mayoría de personas.
Si bien la tecnología aún tiene que ser perfeccionada, es posible que no tengamos que esperar muchos años para verla a su 100%. Incluso para acelerar el desarrollo de los órganos bioimpresos, una fundación de Virginia anunció hace un tiempo que premiaría con un millón de dólares al grupo que imprima un hígado funcional.
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