Corría el año 1978 cuando se estrenaba en los cines de Estados Unidos una película que marcaría a toda una generación. Una historia de amistad, de ideales perdidos y de cómo la guerra puede cambiar algunos de los recuerdos más hermosos que tenemos. Esta película se llamaba el cazador y constaba de un elenco maravilloso en el que destacaban nombres como el del incansable Robert de Niro (que venía de trabajar junto a Martin Scorsese en la que es hoy considerada una de las mejores interpretaciones de todos los tiempos, Taxi Driver), Christopher Walken o Meryl Streep, y un desconocido director prácticamente salido de la nada del celuloide: Michael Cimino.
La película que hundió una productora
Hay películas que pese a tener presupuestos millonarios fueron «grandes fracasos del cine». Tras el éxito aplastante del cazador, tanto de crítica como de público, la productora United apostó por Michael Cimino para dirigir una historia de amor ambientada en la Massachusetts de 1870. El nombre de esta película, La puerta del Cielo y el aval de su director, 5 Oscar, entre ellos los de mejor director y película cosechados dos años antes con El Cazador.
Desde el comienzo, la grabación del film estuvo plagada de problemas: el director (todo un Calatrava cinematográfico) infló los presupuestos en varias ocasiones, además de molestar a productores, actores y vestuario con sus exigencias de cambios de decorado y casi cualquier extravagancia que Hollywood pudiera imaginar.
La película terminó siendo un fracaso absoluto de taquilla y supuso unas pérdidas para United Artist de 76 millones de dólares. La productora, que en su día crearon cuatro gigantes del celuloide (nada menos que Charles Chaplin y Douglas Fairbanks se encuentran entre los fundadores) fue a la quiebra. Lo único que evitó su desaparición fue el rescate de otro grande de la industria, Metro-Goldwyn-Mayer, que compró la productora en una operación interna (MGM ya contrataba con UA la distribución de sus películas) que aún perdura hasta hoy.
El fin de la carrera de Michael Cimino
Detrás de cualquier época de desenfreno, siempre hay un cabeza de turco sobre el que parece recaer el peso de todos los errores ajenos cual Atlas sosteniendo el mundo. En este caso, los excesos de Hollywood durante las décadas de los 60 y 70 los terminaría pagando la carrera de Michael Cimino. Un director con mucho talento, pero también un amante de la extravagancia que no supo reconocer los errores cometidos en la grabación de La Puerta del Cielo.
Cimino, no obstante, tendría oportunidad de redimirse a sí mismo más tarde con una de las películas más queridas de los 80, Footloose. Estuvo al frente de esta película como director durante 4 meses en los que de nuevo realizó demandas extravagantes (cambios de decorado a última hora, despidos sin consultar con la productora…) que llevaron a la Paramount el replantearse su continuidad como director, hasta que finalmente terminarían despidiendo a Cimino y contratando a Herbert Ross (que había sido la propuesta original).
A partir del fracaso en la dirección de Footloose, prácticamente ninguna productora volvió a ofrecer a Cimino una oportunidad. La mayoría de sus guiones posteriores fueron cancelados o ni siquiera se planteó llevarlos a la gran pantalla.
Despedido o retirado de proyectos decenas de veces, a Cimino no le quedó más remedio que financiar de su propio bolsillo algunos de sus proyectos. El cazador fue a un mismo tiempo la bendición y el castigo de este director, que quiso volar demasiado cerca del éxito, pero que acabaría aplastado por su propia vanidad…
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