Muchos criminales como asesinos y violadores eran enviados a la Isla del Diablo, la colonia penal francesa que quedaba cerca de la costa de la Guayana Francesa. La isla de 34 acres operó desde 1852 hasta 1946, y solo los más obedientes y resistentes lograban salir con vida. Se calcula que el 40% de los prisioneros morían en el primer año. ¡Conoce más sobre este terrible lugar!
Lo más terrible sucedido en la penitenciaria Isla del Diablo
El barco prisión
Para muchos convictos, el viaje en barco hasta la Isla del Diablo significaba la muerte. Desde que ingresaban, perdían su identidad; sus nombres eran reemplazados por números y su vida ya no valía nada, a nadie le importaba si vivían o morían.
Los reos eran encerrados en jaulas donde difícilmente había aire para respirar, además permanecían en la absoluta oscuridad.
Debido al calor y el ambiente tropical, muchos hombres se volvían violentos y luchaban entre ellos, a veces hasta la muerte. ¿Por qué no trataban de escapar? Si lo intentaban, los guardias les tiraban agua hirviendo.
Los prisioneros luchaban por sobrevivir en medio de la oscuridad, sin comida suficiente y expuestos a enfermedades. Muchos partían hacia la Isla del Diablo, pero muy pocos lograban llegar.
Huida imposible
Los prisioneros que lograban llegar a la Isla del Diablo después de la travesía, podían tener algún sentimiento de esperanza de escapar debido a la poca vigilancia que se observaba. Pronto descubrían que esto no era casual, pues sencillamente no era necesaria.
El agua estaba repleta de tiburones que despedazaban a cualquiera que entrara el mar.
Si algún prisionero llegaba milagrosamente a alguna isla cercana, moría de hambre o a causa del entorno salvaje.
Sin movimiento
En la Isla, a los hombres se les ponía grilletes. Durante el día se podían mover con cadenas, pero durante la noche, los ataban doblemente, de manera que no se podían mover mientras dormían.
Muchos hombres morían de hambre o fiebre y los cadáveres se tiraban al mar; durante este momento, se tocaba una campana, los tiburones empezaban a nadar en círculos pendientes de lo que fuera que cayera en el agua.
Sin compasión por los heridos
Los prisioneros de la Isla del Diablo no llevaban zapatos, por lo cual eran forzados a trabajar en la jungla sin ninguna protección, lo que los dejaba expuestos a picaduras de animales y heridas que fácilmente podían infectarse.
A los guardias no les importaba en lo absoluto, por supuesto. No recibían cura y si no sobrevivían a la infección, otros prisioneros llegarían.
Terrible soledad
El confinamiento solitario era el castigo para aquellos que incumplieran las órdenes. ¿La sentencia mínima? Seis meses, ¡seis meses! Durante este tiempo el prisionero solo podía obtener una hora de ejercicio al día y el resto del tiempo debía estar solo.
Muchos hombres se volvían locos en el proceso.
Libertad condicional
Después de pasar varios años en la Isla del Diablo, los prisioneros eran autorizados a salir hacia la Guayana Francesa, en donde debían pasar la misma cantidad de años que habían estado en la Isla, bajo libertad condicional.
Si cumplían con esa sentencia podían ganar dinero y regresar a sus hogares, muchos no lo lograban, debido a que había poco trabajo para quienes habían sido prisioneros y generalmente morían de hambre.
¿Conocías este lugar? ¿Que opinas sobre esa cárcel? Si deseas hacerte una idea de cómo era la vida en una prisión en la Guayana Francesa, te recomendamos el libro –> [easyazon_link identifier=»B0023TY4BM» locale=»ES» tag=»supercurioso07-21″]»PAPILLON» de Henri Charriere[/easyazon_link]
No dejes de ver:
– Espeluznantes cifras de las cárceles de Estados Unidos.
Imágenes: British Pathé, zarcon42.