La inmensa cantidad de estímulos a los que los niños están expuestos dificulta que estos desarrollen interés por la lectura. Además, las familias cada vez tienen menos tiempo para estar con sus hijos, por lo que ponen todas sus esperanzas en los profesores y maestros. Sin embargo, ellos afirman que sin la implicación de los padres, el fomento de la lectura es imposible.
En medio de esta vorágine, emerge la figura de Nancie Atwell, profesora, y fundadora de Centre for Teaching and Learning, que lleva trabajando 40 años con unos resultados increíbles. De hecho, puede presumir de que sus alumnos leen más de 40 libros anuales, sin que los pequeños lo perciban como un deber, sino como una tarea placentera, ¿quieres saber cómo lo consigue?
La imposición es incompatible con el fomento de la lectura
Cuando se le pregunta por su éxito, siempre responde lo mismo. «Tienen que elegir«. Lógico, ¿acaso los niños no son personas con sus propios intereses?. Unos se vuelven locos por el deporte, otros prefieren las historias fantásticas, otros los animales… ¿Por qué contradecirlos y obligarlos a leer algo que no les interesa?
Partir de esta idea la ha llevado a ser galardonada con el Premio Nobel de los maestros, The Global Teacher Prize, en 2015. Decimos «partir» porque ha colocado la personalidad de los pequeños en el centro para construir las mejores condiciones para que lean con gusto y con tranquilidad. Así, señala que para conseguir el éxito en el fomento de la lectura en el aula, es imprescindible otro factor: los libros.
La clase tiene que estar llena de ellos y sus historias deben ser diversas. Todos nos cansaríamos de leer el mismo libro, así que los alumnos también. Además, lo mejor es que estén dispuestos de manera que sean ellos quienes exploren la biblioteca y seleccionen lo que les apetece. Convertirlos en exploradores de historias, en creadores de su propio imaginario, a base de entrar y salir de ellas cuando lo deseen.
El tercer pilar del fomento de la lectura es el tiempo
Dicen los mejores autores de la historia que el tiempo es fundamental para escribir. No solo el que necesitas para la actividad misma, sino para la observación y la experiencia. Con la lectura sucede lo mismo. Tener tiempo implica tranquilidad y sosiego, ambas cuestiones ineludibles para cualquiera que quiera disfrutar de la literatura.
Como Nancie Atwell indica, en tiempos de iPads y tendentes a la introducción de las nuevas tecnologías en clase, dejar que los niños lean tranquilamente en el aula, no resulta muy impactante. Sin embargo, el éxito de la americana avala que su posición tiene mucho sentido. Y si lo piensas, ¿acaso la lectura no es eso: ponerte cómodo y soñar?
Además, no solo soñarán con historias imposibles, sino que, gracias a esta estrategia, encontrarán respuestas a sus preguntas, según estas van apareciendo. Las sinopsis les servirá para sumergirse en las ficciones que estén más cerca de sus inquietudes y conflictos. Esto alimentará el gusto por la lectura, al tiempo que se irán haciendo cada vez más autónomos y reflexivos, por lo que se convertirán en personas empoderadas.
Atwell ha conseguido fomentar la lectura de una manera muy natural, sencilla y, sobre todo, compatible con todo tipo de alumnado. Los recursos económicos no son determinantes aquí, ya que no se necesita más que la biblioteca del cole, en el caso de que no podamos disponer de una en clase. No hace falta internet, ni pizarra digital, ni ordenador… ¿no te parece una de las alternativas más realistas de las propuestas en los últimos tiempos?
Si eres un amante de la lectura, te recomendamos:
– 10 libros clásicos MÁS para leer en un día
– 5 Razones científicas por las que deberías leer más
Imagen: Estrella Herrera, L’armari de l’Olívia, Biblioteca Julio Mario Santodomingo – Sala Infantil