Hace un tiempo publicamos un post sobre este tema, y tocamos someramente algunos de estos tópicos. Pero nos gustaría ahondar un poquito más, a pesar de la poca información.
Lo que hacían las mujeres para «tratar» la menstruación en el pasado
Hay una notable falta de datos a este respecto. Como podemos deducir, la Historia (así, con mayúsculas) ha sido escrita por manos masculinas las más de las veces, y por ello se han dejado de lado temas considerados «de la esfera de lo femenino» o embarazosos, como el de la menstruación, que afecta única y exclusivamente a las mujeres. Si ellas jamás dijeron nada, poco podemos saber.
La menstruación en la Antigüedad
Sabemos, sí, algunas cosas: que Plinio El Viejo escribió que una menstruante desnuda podría prevenir el granizo y los relámpagos, y hasta ahuyentar insectos y plagas de las siembras, y que la mitología maya veía como un castigo la menstruación, luego de que la diosa Luna (que representaba lo femenino, la sexualidad y la fertilidad) desobedeciera las reglas de la alianza al dormir con el dios Sol: creían que la sangre menstrual se guardaba en trece frascos y que se transformarían en serpientes, venenos, insectos y enfermedades, aunque también pensaban que se podían convertir en plantas medicinales.
Los antiguos hebreos, de acuerdo a las leyes de Niddah, recluían y separaban a las mujeres con la regla durante siete días «limpios». Esto, más o menos, es lo que más se conoce, pero lo que nos interesa -la menstruación en el pasado-, sigue sin respuestas satisfactorias.
Sin embargo, hay indicios de que en estos antiguos tiempos las mujeres se valieran de telas para contener la sangre, una especie de taparrabos que luego se lavaba. También hay datos sobre el papiro, humedecido y suavizado, que insertarían en la vagina a modo de tampón. Las egipcias lo utilizaban.
En cuanto a las griegas, parece que preferían un pequeño trozo de madera envuelto en pelusas, telas y otros materiales similares, y las romanas compresas de lana. Es preciso anotar que Hipócrates las recetaba como un «tratamiento» para la menstruación en el pasado, imaginamos que para asegurar un mínimo de higiene.
Al otro lado del mundo, las mujeres nativas americanas usaban corteza de cedro como toallas sanitarias y como pañales. Antes de horrorizarnos, es bueno saber algunas cosas sobre este material: la corteza de cedro es muy delgada y ligera y súper absorbente, por lo que no resulta descabellado su uso para contener la menstruación en el pasado.
Otra tribu de Norteamérica, la Arikara, utilizaba la piel del búfalo, animal del que no se desperdiciaba absolutamente nada. El proceso para ablandar y curtir la piel es bastante laborioso, pero al final quedaban trozos de esta «tela» lo bastante suaves como para contener la sangre.
Como es lógico suponer, las esponjas naturales también ayudaron a las mujeres en el pasado, sobre todo en el Mediterráneo. Suponemos que antes de usarlas las limpiarían con agua, pero no lo sabemos con certeza.
La menstruación en la Edad Media
En el medievo, por el contrario, todo apunta a que no usaban nada, aunque una vez más pecamos de especulación. El tema sexual y femenino estaba rodeado por un sentimiento de vergüenza religiosa, y el hecho de sangrar colocaba a la mujer en un lugar no muy apetecible, razón por la cual resulta lógico deducir que pocas o ninguna hablara de cuando le venía la regla, o se esforzaran en ocultarla.
La historiadora Sara Read es quien más ha escrito sobre este tema y concluye que posiblemente usaran trapos u otros materiales absorbentes de cuando en cuando, pero que por lo general sangraban en los vestidos.
Otro historiador, Greg Jenner, indica que en la Europa medieval era común que las mujeres llevaran ramilletes de flores atados al cuello o la cintura, y especula que eran para disimular el olor de la sangre. Por ello también vestían de colores oscuros durante «esos días».
Sin embargo, pasarían siglos antes de que a alguien se le ocurriera que todo ese flujo podía ser perjudicial para la salud de las mujeres, y así una doctora alemana escribiría en 1899, en un libro titulado Salud en la casa: «Es completamente repugnante sangrar en la camisa, y vestir la misma pieza durante 4 a 8 días puede causar infecciones».
Ésa era una realidad para las mujeres pobres y campesinas, pues sólo las de mejores recursos podían cambiarse la ropa o ponerse apósitos de tela -en realidad, los apósitos de tela sólo los usaban las actrices de teatro, más liberales-.
La menstruación en los siglos XIX y XX
Tal vez por ello es que puede verse que los doctores alemanes recomendaban a las mujeres en las últimas décadas del siglo XIX el uso de dispositivos menstruales tales como trapos, telas y compresas, para mantener la salud y manejar la menstruación en el pasado. Y ya a finales del XIX surgió lo que se dio en llamar cinta sanitaria de Indiana, una suerte de cinturón para la mujer que se usaba debajo de la ropa. Desde finales de 1800 hasta 1920, más o menos, se podían comprar almohadillas o compresas lavables sujetas con una tira alrededor de la cintura.
Antes de la era de los tampones y las toallas sanitarias, podemos decir sin temor a equivocarnos que la mayoría de las mujeres no usaba nada, o poco más que su ropa.
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