De la Edad Moderna, justo después de la Edad Media, data la espeluznante historia de Christman Genipperteinga, un despiadado hombre que con sus propias manos habría acabado con la vida de más de novecientas victimas. Aunque hay dudas sobre su veracidad, la historia resulta impactante. Descubre más sobre este presunto asesino en serie de la Edad Moderna
El asesino en serie de la Edad Moderna que podría ser el peor de la historia
Christman Genipperteinga es el nombre de un posible bandido alemán y asesino en serie del siglo XVI. Según los informes, asesinó a 964 jóvenes en un período de 13 años, desde 1568 hasta su captura en 1581. La historia de Christman Genipperteinga está contenida en un documento de 1581. Ya en 1587 sólo 6 años después de la publicación del panfleto, al menos un cronista incluyó la historia como un hecho.
Originario de Kerpen, unos 3 kilómetros al suroeste de Colonia, vivió en una cueva ubicada en una zona boscosa y montañosa llamada Frassberg.
En esa cueva escondía a sus víctimas y el botín de sus robos. Según la historiadora Joy Wiltenburg, Christman Genipperteinga era inusual en su modus operandi, al -aparentemente- mantener el mismo escondite a lo largo de sus años de asesinato en serie.
Aunque hay diferencias entre las versiones de su historia, a este asesino en serie de la Edad Moderna se le atribuían poderes sobrenaturales y se le asociaba con el diablo. En algunas reseñas se le culpa por múltiples infanticidios y se le acusa de practicar magia negra.
Es considerado como uno de los peores asesinos en serie de la historia, que además disfrutaba al cometer otros crímenes. Mantenía esclavos sexuales, la mayoría mujeres, que fueron torturadas y violadas. Si quedaban embarazadas, solía matar a sus hijos al nacer.
Poco después de mudarse a Frassberg, Christman conoció a una joven en Popert que viajaba a Trier para encontrarse con su hermano. Asombrado por su belleza, le ordenó bajo amenazas de muerte que fuera a vivir con él y durante los siguientes 7 años la muchacha sirvió sus deseos sexuales. Cada vez que él salía a buscar nuevas víctimas trataba de escapar, pero no lo logró. Engendró a 6 niños con ella pero en el nacimiento los mató, ahorcándolos.
Solía colgar a los bebés que había estrangulado, y bailaba alrededor de ellos cantando: «¡Danza, querido hijo, baila! Genipperteinga tu padre hace este baile para ti!».
Después de mucho rogar, dejó que la mujer fuera a ver el mundo exterior bajo la condición de que ella no lo traicionara. Pero una vez en la ciudad, tuvo un colapso y reveló todo su sufrimiento. Para atrapar a Christman con la guardia baja, la gente ideó un plan: Se le dio un saco de guisantes a la joven, y con estos, marcó el camino a la cueva.
El 27 de mayo de 1581, 30 hombres armados se dispusieron a capturarlo. En el proceso, sus diarios y botín fueron encontrados. En sus diarios él detallaba los asesinatos de 964 individuos, así como una cuenta de lo que ganó de ellos. Esto junto con su confesión, sirvió como evidencia y el asesino en serie fue condenado a muerte, mediante un método de ejecución conocido como la rueda.
En su confesión admitió que si hubiera alcanzado su meta de mil víctimas, se habría sentido satisfecho.
¿Qué te parece? Sin duda, el caos de una época todavía oscura, como la que sucedió a la medieval, permitieron que un asesino de este calibre, si es que realmente existió, diera rienda suelta a su locura.
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Imágenes: Wikimedia Commons