La labor de los actores no es para nada sencilla. Detrás del glamour, los eventos sociales, la fama y de nuestras escenas favoritas, encontramos un conglomerado de historias que son difíciles de creer. Mas si hurgamos en el tiempo, en una época donde, a falta de los efectos computarizados que hoy conocemos, algunos soñadores arriesgaron el pellejo luchando con furiosos leones reales, por el más puro y osado amor al arte.
Desde luego, de no ser por las ideas sensacionalistas del director chiflado del que te hablaremos a continuación, estos personajes no habrían sentido que sus vidas pendían de un hilo.
Cuando los actores aterrorizados arriesgaban sus vidas con leones reales…
Cecil B. DeMille podía ser cualquier cosa menos un director y productor de cine ordinario. Basta con decir que para ser parte de sus exitosos films, los actores debían poseer además de talento, agallas… muchas agallas. Las escenas épicas y bíblicas en la que cristianos eran devorados por fieras salvajes, llenaban su repertorio. Por lo mismo, los leones reales se convirtieron en sus colaboradores más fieles, para desgracia de su equipo de trabajo.
En Hollywood, desde la década de 1920 hasta finales de los 1950, DeMille destacaba entre los mejores directores, con películas como Los diez mandamientos, Sansón y Dalila, Rey de Reyes, El mayor espectáculo del mundo y Cleopatra. Todas ellas proyectaban la extravagancia característica de su creador, ferocidad, realismo, menos el temor muy bien disfrazado de sus estrellas que rezaban para sus adentros, rogando no convertirse en alimento para sus compañeros felinos.
Tal como sucedió con la actriz Gloria Swanson en Men and Female (1919), quien tuvo que grabar una escena con un robusto león de carne y hueso, rugiendo sobre su frágil espalda. Swanson estaba aterrorizada. Pues ,además de lo evidente, este mismo animal se había puesto un poco violento con un miembro del equipo dos semanas antes del rodaje. Pero como dicen en Hollywood: el show debía continuar.
«Podía oír al león respirando cerca de mí (…) pude sentir su pata en mi piel. Todos los cabellos de mi cabeza estaban parados. Escuchaba la reyerta de la cámara y luego los latigazos del entrenador. Cada célula de mi cuerpo parecía subir y bajar por mi espina dorsal», Gloria Swanson.
Y si pensabas que lo de Swanson era toda una hazaña, en La Señal de la Cruz, de 1932, hay una escena en la que unos cuantos leones reales atacan a los personajes. Como has de imaginar, para lograrla no hubo ni artilugios tecnológicos ni mucho menos tuvo que ver la magia del cine. DeMille ordenó que enfurecieran a los animales, golpeándolos levemente con palos de madera, de modo que se abalanzaran contra los actores y se viera lo más realista posible. Nadie en su sano juicio querría hacer enojar a un grupo de leones, sin embargo así era DeMille.
La fijación por incluir a estas majestuosas, pero atemorizantes criaturas, no cesó en el tiempo. Aunque en Sansón y Dalila (1949), DeMille decidió usar a un doble de acción cuando Victor Mature se negó con rotundidad a combatir contra uno de estos depredadores.
A pesar de que la postura de Mature era bastante coherente a nuestro juicio, el director americano lo catalogó como el “cobarde más grande jamás nacido”. Sus palabras fueron severas, pero nosotros preferiríamos vivir con tan duro título antes que ser papilla para leones, ¿tú qué opinas?
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Imágenes: Wikipedia.