Lady Ada Lovelace era la única hija legítima de Lord Byron, pero nunca se conocieron. Él y su madre, Anna Isabella Milbanke, se separaron al poco del nacimiento de la niña, recibiendo, desde entonces, una férrea educación en materia científica y matemática. Lejos, muy lejos, del mundo poético y emotivo de un Lord Byron muy criticado y censurado por la sociedad británica.
El nombre de Ada Lovelace ha quedado para siempre en el altar de esas damas de la ciencia no siempre tan reconocidas o recordadas. Gracias a ella tuvimos el primer algoritmo procesado por una máquina. Sus trabajos en relación a la primera calculadora mecánica del profesor Charles Babbage, tienen mucho de su ingenio, de sus ideas. Una mente brillante y tan sensible como la de su propio padre, que merece ser traída y recordada a nuestro espacio sólo apto «para supercuriosos».
La hija matemática de Lord Byron
Ada Augusta Byron tenía nueve años cuando llegó a Inglaterra la noticia de la muerte de su padre en Grecia. Volvió a Londres en un barco, acompañado de sus amigos y en el interior de un barril de whisky donde se conservaba su cuerpo. La abadía de Westminster se negó a que Byron fuera enterrado allí debido a su carácter libertino, a lo que ellos llamaban «falta de moralidad» y a los rumores de que tenía relaciones con su propia hermana. Así que, finalmente, se le dio sepultura en un lugar mucho más sencillo, en la Iglesia de Santa María Magdalena de Hucknall.
Ada no asistió al funeral de su padre, de hecho, nunca lo conoció. Su madre, Lady Milbanke, se negó en todo momento a que eso ocurriera. Le prohibió leer cualquier poema de su padre y se esforzó en darle una educación científica, en que las matemáticas la alejaran de la literatura y de cualquier atisbo poético. ¿Lo consiguió? En absoluto. Ada Byron empezó a escribir poesía desde muy temprano, pero, eso sí, a escondidas.
No obstante, su talento para las matemáticas y la lógica despuntó desde muy temprano, llegando su verdadera oportunidad el día que, con 17 años, conoció a Charles Babbage, un profesor de matemáticas en la Universidad de Cambridge, al que hoy en día conocemos como el «padre de los ordenadores». Este profesor, quedó rápidamente asombrado por la genialidad de aquella muchacha, llamándola desde entonces «la encantadora de números»
El lenguaje de programación «Ada»
En 1834, Babbage quería iniciar ya su ambicioso proyecto para construir una máquina de cálculo. Una máquina sencilla que sirviera para ejecutar análisis y fórmulas. Aquel avance supondría para nosotros el primer paso en la historia de los ordenadores y la computación. Para ello, necesitaba, en primer lugar, traducir del francés unos trabajos de Louis Menebrea sobre sus investigaciones en la máquina analítica.
Fue entonces cuando Ada Byron empezó a trabajar con él, pasando todos aquellos documentos al inglés. Un trabajo que duró un año y al ella misma, fue añadiendo gran cantidad de notas personales y sus propias investigaciones. Un importante material que le permitió convertirse en una de las primeras mujeres «programadoras» de la historia.
Estábamos en 1843. Muchos reconocían incluso que sus aportaciones eran más afinadas y brillantes que las del propio profesor Babbage. Gracias a ella se introdujeron términos como el bucle o la subritina, pero estábamos en el siglo XIX y la esfera de las mujeres no estaba destinada aún a la materia científica. De ahí que, cuando se publicó el trabajo, Ada no pudiera incluir su nombre, sólo sus iniciales.
Ada aportó, además, el modo en que debe hacerse un algoritmo para calcular los valores de los números de Bernoulli utilizando dos bucles. También demostró cómo hacer operaciones trigonométricas con la máquina analítica, describiendo, además, cómo utilizar las tarjetas perforadas para programar la máquina de Babbage.
La pérdida temprana de Ada Lovelace
Ada se describía a sí misma como una científica poetisa. Fue una mujer con grandes capacidades para la ciencia que no pudo llegar a demostrar todas sus habilidades. Si embargo, su legado aún se mantiene y se le sigue reconociendo. El ejército de los Estados Unidos, por ejemplo, quiso recordarla llamando a uno de sus lenguajes de programación «ADA». Son muchas, también, las universidades que asocian su nombre a las calculadoras y a sus libros de programación.
Pero ¿cómo fue su vida? ¿Fue feliz? Hubo de encajar a la fuerza en un mundo de ciencia donde la mujer aún no era aceptada. Dejó su granito de arena a través de iniciales, de leves pinceladas que, aunque reconocidas medianamente, no le permitieron seguir avanzando tanto como ella deseó. Jamás dejó tampoco la literatura, ni su pasión por escribir poemas -en contra de la voluntad de su madre. Eso sí, siguió la voluntad de ella y se casó tempranamente con William King, quien le aportó un título nobiliario, tres hijos y el nombre con el que todos la conocemos: Ada Lovelace.
Murió tempranamente, con 37 años, de un cáncer de útero. Unas malas prácticas médicas se llevaron su vida de modo triste y doloroso. Sin embargo, al final, pudo cumplir con uno de sus deseos: estar con su padre. Ada Lovelace fue enterrada allí donde siempre quiso: en la Iglesia de Santa María Magdalena en Hucknall, junto a Lord Byron, quién murió casi a su misma edad, con 36.
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