La suya fue una locura con final feliz, aunque no del todo. Annie Taylor consiguió una increíble proeza, sobrevivir después de precipitarse dentro de un barril por las cataratas del Niágara. Y eso que cuando lo hizo tenía nada menos que ¡63 años! Salió ilesa, sin embargo, lo que pretendía realmente con semejante aventura no lo consiguió. ¿Cuál es la historia de esta increíble mujer?
La aventura de Annie Taylor en las cataratas del Niágara
Ni estaba loca ni pretendía suicidarse, como muchos pensaron en su momento. Viuda y sin hijos, el futuro de esta mujer no era demasiado halagüeño y decidió asegurarse unos ingresos de una manera, desde luego, nada convencional. Ya había cumplido 62 años cuando se planteó que una proeza le daría la fama y fortuna suficientes para disfrutar de una vejez sin agobios económicos.
De todas las posibilidades, se embarcó en una de lo más temerario, de hecho, hasta ese momento nadie había sobrevivido a una caída por las cataratas del Niágara. Con su edad tampoco parecía que ella lo fuera a conseguir, pero ideó un curioso “medio de transporte”. Se trataba de un barril inmenso, fabricado en roble y hierro y acolchado en su interior para amortiguar los golpes.
Era una idea alocada, aunque unos días antes de la proeza lo habían probado y había funcionado. En esta ocasión el viajero fue un gato que acabó el viaje sin mayores problemas. El artilugio funcionaba y todo estaba listo para que fuera Annie quien ocupara el barril.
Era un 24 de octubre de 1901, el día que Annie cumplía 63 años. En las inmediaciones de las cataratas centenares de personas esperaban el momento. Y es fácil adivinar que la mayoría estaba convencida de que el final de la aventura de la sexagenaria sería trágico.
Annie entró en el barril, se atornilló la tapa y con una bomba de bicicleta se inyectó aire para que pudiera respirar. Tras tapar con un corcho el agujero, se dejó en el agua. En la parte inferior de las cataratas esperaba un equipo de rescate en una barca. El barril siguió la corriente, llegó a la caída y aterrizó en la parte baja de la catarata. Fueron 20 minutos en los que los espectadores apenas pudieron contener la respiración. Cuando el equipo que esperaba abajo recogió el barril y lo abrió: ¡Annie Taylor estaba viva! Y no solo eso, sino que apenas había sufrido un rasguño en la cabeza.
Sobrevivió, pero desde luego, el viaje no fue nada placentero para la anciana mujer. De hecho, nada más pisar tierra, dijo que prefería caminar hacia un cañón sabiendo que volaría en pedazos que saltar de nuevo por la catarata. Aseguró que no había dejado de rezar, salvo algún momento en el que perdió la consciencia.
¿Qué pasó después? Que se hizo famosa e incluso ganó dinero ofreciendo entrevistas y vendiendo recuerdos, tal y como había planeado. Pero al poco tiempo su representante desapareció con el tonel y con el dinero. Lo poco que la quedó lo gastó en detectives, pero al fugitivo parecía habérselo tragado la tierra. Annie Taylor fallecía veinte años después, en 1921, en el olvido y con una situación económica nada desahogada.
Una historia, sin duda, increíble ¿La conocías? La suya fue una auténtica proeza, pero con nosotros puedes conocer otras muchas, como la del cirujano ruso Leonid Rogozov, que fue capaz de operarse a sí mismo de apendicitis. ¿Locura o desesperación?
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