¡Hola, guerreros! El artículo de hoy es de un marcado carácter belicoso. Exploraremos la gloria, las traiciones y la violencia de uno de los personajes más famosos de la historia: Atila, Rey de los Hunos. El historiador Jordanes lo bautizó como «El azote de Dios» y probablemente todos lo hayamos visto en la película Mulán de Disney, con esa atmósfera sombría, el carácter implacable y, sobre todo, la sed de sangre y conquista. Hoy en Supercurioso hablaremos de la legendaria historia de este personaje, sus triunfos, su gloria su muerte, y veremos algunos de los aspectos más desconocidos del mítico regente barbárico. ¿Nos acompañas?
La Historia de Atila, Rey de los Hunos
1. Atila, el más poderoso caudillo de los Hunos
Muchos hombres escriben su historia a partir de los grandes logros, de los méritos pacíficos o diplomáticos, pero Atila lo hizo a través de la sangre y la violencia. Se desconoce propiamente de dónde surgieron los Hunos, aunque se les relaciona con los xiongnu de las fuentes chinas, probablemente una agrupación de gentes nómadas, organizadas militarmente y sin una clara filiación étnica. Esta sociedad barbárica fue un viejo conocido de los romanos por su temible destreza militar y su apetito por el oro y la conquista.
Habría que hacer aquí una pequeña aclaración para quienes no sepan del uso de la palabra «Bárbaro». De hecho este término, contrario a lo que muchos creen no es invento romano, los griegos ya la usaban de modo despectivo para referirse a todos aquellos que, justamente, no eran griegos, en serio, todos y cada uno, incluso los romanos primitivos fueron considerados bárbaros por los griegos. Este uso de la palabra pasaría a los romanos quienes cambiarían un poco el sentido de la misma, designando con este a los grupos que se hallaban fuera de la cobertura del imperio como los Godos, los Visigodos y los Hunos.
Atila y su hermano heredaron el imperio de los Hunos de su tío Rugila, quien ya ostentaba un magnífico poder y lideraba con prosperidad a los Hunos. En el 445 Bleda murió mientras estaba de cacería, una muerte muy oportuna para su hermano, incluso algunas fuentes afirman que su mismo hermano lo asesinó, de este modo se inicia la gloriosa historia de Atila, Rey de los Hunos, único regente por demás del imperio.
Contrario a lo que muchos puedan creer, incluyendo muchos de los romanos de la época, la corte de Atila no era el desastre barbárico que se esperaría del personaje, de hecho Prisco de Panio, quien viajó a la corte de Atila, Rey de los Hunos en algún lugar cercano al río Tisza (Rumania) testifica que el asentamiento huno disponía de fuertes murallas y bellos edificios de madera, así como un palacio con suelos cubiertos de alfombras. Pese a todo el salvajismo, la violencia, los raptos y demás, Atila fue uno de los mejores caudillos del imperio de los Hunos, tanto así que a su muerte, el imperio no duró mucho más y cayó.
2. Atila, Rey de los Hunos: El Azote de Dios
Pero, ¿de dónde viene esta fama del regente de los Hunos? Verán, los Hunos eran un pueblo demasiado hábil en la equitación, eran formados desde muy chicos para ser temibles jinetes, así lo testifica Sidonio Apolinar, quien afirma que «Apenas se tiene en pie el niño, separado de su madre, cuando ya un caballo le ofrece su grupa», esto les dio una gigantesca ventaja en el campo de batalla a los bárbaros, quienes basaban su ataque en la sorpresa, razón por la cual nunca pudieron asaltar China con éxito, pues las gigantescas murallas ofrecían a los chinos un increíble visión para prevenir todos los ataques que surgieran.
Atila ya tenía bajo su dominio un increíble imperio con el que emprendió campañas contra otros pueblos bárbaros y acrecentó sus dominios exponencialmente. El Rey de los Hunos sabía muy bien de la existencia de Roma, pues además había recibido formación académica allí, por lo que sabía que intentar invadir la capital era poco menos que un suicidio, sin embargo una sucesión de traiciones y hostigamientos por parte de los emperadores romanos le llevaron a tomar represalias, por lo que emprendió una voraz campaña militar con el Imperio Romano de Oriente, esta guerra inició incluso antes que este fuera coronado como único rey, desde el 440 ya se venían asediando los límites del Imperio Romano de Oriente, esta pugna duró diez años, hasta que el Imperio Romano consiguió la formación de un poderoso ejército y se firmo un acuerdo de paz.
Este acuerdo guardaba la particularidad que los romanos debían pagar altas sumas de oro para mantener a raya a los Hunos, cabe mencionar que en el pasado los hunos sirvieron a los romanos para repeler invasiones de otros pueblos bárbaros, es por esto que se hace lícito hablar de traición. Con este acuerdo de paz, Atila, Rey de los Hunos, dejó tranquila a la parte oriental del Imperio y se centró en Occidente, en ese momento bajo el dominio de Valentiniano III, quien, con un poderoso ejército no sólo repelió los ataques, sino que se negó a pagar el tributo que el regente huno exigía.
Atilo reaccionó misteriosamente bien a esto, hasta que la hermana de Valentiniano III, Honoria, solicitó la ayuda del huno para escapar de la represión sufrida a manos de su hermano. El rey de los Hunos tomó esto como una propuesta de matrimonio y emprendió una violenta campaña para rescatar a su amada, al mejor estilo de la Iliada, Menelao en busca de Helena que yace prisionera en Troya. Atila se asentó en la Galia, donde tendría su primer enfrentamiento con el valeroso general romano Aecio, quien consiguió la victoria y la retirada del invasor huno.
Pero la historia no termina aquí, el Rey de los hunos consolidó un gigantesco ejército con el que fue imparable, derrotando incluso al general Aecio y ascendiendo por el sur de Italia hasta llegar a las puertas de Roma, donde el emperador Valentiniano intentó firmar un acuerdo de paz en vano. El tiempo había pasado y Atila no tenía información de su amada, hasta que un día, enviado por el Imperio Romano de Occidente, el Papa León I llegó para negociar con Atila, ofreciéndole sumar exhorbitantes de oro y diciendo, entre otras cosas, que Honoria había muerto, por lo que su cruzada era en vano. A esto, Atila, Rey de los Hunos, devastado por la noticia, accedió y emprendió su retirada.
3. El fin de Atila, Rey de los Hunos
Atila, el hombre que hizo temblar los cimientos del mundo antiguo, que llenó de temor a Constantinopla y casi conquista Roma no guardó la mayor de las suertes para su muerte. Los hunos consideraban que la única muerte noble era en combate, pero el regente de los hunos ni siquiera pudo gozar de esa dicha. Al volver a su imperio sus soldados sufrían de una temible peste que también motivó a Atila para retirar su campaña militar, dado que su amada había muerto decidió contraer nupcias con Ildico, una joven que vivía en un bello palacio a orillas del Tisza.
¡Destino cruel! La gran contrariedad es que Atila murió justamente en su noche de bodas, pero no en combate, ni siquiera traicionado, murió por una hemorragia nasal. La noche corría y el festejo se hacía sentir, Atila, Rey de los Hunos había bebido en exceso y se fue a dormir junto a su nueva esposa, según Prisco, allí un vaso sanguíneo de su nariz se habría reventado y este habría muerto ahogado en su propia sangre. Al ingresar al dormitorio, los guardias hallaron a Ildico llorando en una esquina y al cuerpo del temible Azote de Dios sobre su lecho en un enorme charco de sangre, pero no tenía ninguna herida en el cuerpo.
Este es el fin de Atila, Rey de los Hunos y también de nuestro artículo, como una curiosidad más, habría que decir que los romanos al enterarse del modo en el que murió el regente bárbaro, afirmaron que se trataba de un castigo divino por todo el mal que este había causado. ¿Les gustó el artículo? ¿Cuál fue su parte favorita? ¿Conocen otras curiosidades de Atila? ¡Déjennos su comentario!