Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el temor de Hitler a ser asesinado era cada vez mayor. Después del intento de matarlo con un maletín bomba llevado a cabo por el coronel Claus von Stauffenberg su miedo se convirtió en paranoia. El envenenamiento era uno de los métodos que sus servicios de seguridad contemplaban como factible. Para evitarlo, un grupo de 15 chicas fueron obligadas a catar la comida de Hitler.
El terrible fin de las 15 chicas obligadas a catar la comida de Hitler
Los acontecimientos fueron explicados por la única catadora superviviente, Margot Woelk, en el año 2012 cuando ya tenía 95 años. Viuda y superados ya los traumas y la vergüenza de lo que sufrió durante la guerra y la invasión rusa de Berlín, se decidió a hacer públicas sus vivencias. Sus compañeras no murieron envenenadas, sino asesinadas de la peor manera por los rusos. Por un lado, fueron obligadas a trabajar para Hitler como catadoras, con la angustia que suponía el riesgo diario de morir intoxicadas en lugar del dictador y, por otro, fueron víctimas de los rusos que las trataron como colaboracionistas. Un terrible fin para estas pobres chicas.
Hitler se instaló en un lugar conocido como «La guarida del Lobo» en Polonia (en una zona que los germanos llamaban «Prusia oriental») al iniciarse la invasión alemana de Rusia. Permaneció allí durante casi 800 días, hasta que regresó a Berlín al aproximarse el ejército rojo.
Los asistentes de Hitler reclutaron a las chicas en las poblaciones de los alrededores. No estaba permitido decir que no. Margot, que siempre había sido contraria al nazismo, estaba en casa de su suegra, en Gross-Partsch un pueblo a unos pocos kilómetros de «La guarida del lobo». Su apartamento en Berlín había sido bombardeado, no tenía noticias de su marido desde que hacía dos años había partido hacia el frente y no tenía otro lugar donde vivir. El alcalde del pueblo eligió a varias chicas para que hicieran las funciones de catadoras de la comida del Führer.
Margot Woelk relató en una entrevista a la televisión alemana RBB que muchas de sus compañeras tenían tanto miedo al probar los alimentos que lloraban mientras comían.Lo único bueno que tenía ser catadora de Hitler era que podían comer verduras frescas y otros alimentos mientras que sus compatriotas estaban sometidos al racionamiento. No probaron la carne ni el pescado ya que Hitler era vegetariano. Hasta el fallido atentado de Claus von Stauffenberg, cada día un autobús recogía a las chicas que estuvieran de servicio y las llevaba a la guarida donde, aproximadamente una hora antes de que el Führer comiera, probaban todo lo que iba a servirse. Durante esta hora, si algo hubiera estado envenenado, se suponía que ya hubiera hecho efecto. Después del intento de asesinato, las obligaron a vivir en las propias instalaciones de las que solo salían custodiadas una vez a la semana a visitar a su familia.
Poco antes de que llegaran los rusos, un teniente alemán avisó a Margot y la ayudó a escapar subiéndola a un tren que se dirigía a Berlín. A pesar de que en Berlín fue violada por los soviéticos de tal manera que nunca pudo tener hijos, sobrevivió, y en 1946 se reunió con su marido que había estado prisionero. También se encontró con el teniente que la ayudó a huir de «La guarida del Lobo». Éste le explicó que ninguna de sus compañeras había sobrevivido, que habían sido fusiladas por el ejército rojo. Este fue el terrible final de las chicas que fueron obligadas a trabajar probando la comida de Hitler y luego fueron asesinadas por los rusos por colaborar con los nazis.
Si te ha interesado esta historia, quizá quieras leer el post sobre Irene Sendler la mujer que salvó a 2.500 niños del gueto de Varsovia.
Imagen: Brunswyk