El alcoholímetro. Ese querido amigo que siempre es capaz de destrozarnos el presupuesto de todo el mes. Ese colega tan fantástico que nos espera en cada redonda, cada cruce poco visible, cada calle escondida y en cada dirección por la que nosotros circulamos. ¡Una copa de más y te ha cazado!

Quién no ha escuchado frases míticas como: “Baje la ventanilla, por favor”; “¿ha bebido usted?”; o mi favorita: “supera usted la tasa de alcohol permitida. Voy a tener que pedirle que baje del vehículo”. Expresiones fantásticas donde las haya, ¿verdad?

Aún con todo hay que reconocer que este invento ayuda a salvar vidas amedrentando a las personas irresponsables que beben y conducen y es por ello que queremos explicar en este artículo cuál es su funcionamiento.

No te la juegues: Si bebes no conduzcas

Es posible que en algún momento hayas intentado descubrir el funcionamiento de este dispositivo (especialmente después de una larga noche). Quizás incluso hayas probado una de las tretas que circula por internet acerca de cómo eludir un alcoholímetro. Como pueden ser: chupar la batería del móvil, masticar césped, masticar chicle, o lamer monedas de cobre. O sencillamente hayas optado por conducir y jugarte la multa obviando la Ley de Murphy.

La triste realidad es que la única forma de salir airoso es sentarte y esperar que disminuya el alcohol en sangre. Eso, o coger el transporte público y dejar tu coche abandonado. Porque ya sabes: Si bebes, no debes conducir. No sólo por la resaca que tendrás al día siguiente, sino que también porque estarás poniendo en peligro tu vida y la de otras personas inocentes.

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Cuantos problemas es capaz de darnos el alcohol y aún así siempre le perdonamos. Es posible que pienses que lo conoces. Pero conviene saber como el cuerpo lo trata y lo procesa.

¿Como se comporta el alcohol en nuestro cuerpo?

El alcohol (como todas las drogas), sufre un proceso denominado metabolización una vez el cuerpo lo ha absorbido y distribuido por el torrente sanguíneo. La metabolización es un proceso de transformación previo a la eliminación por el que el cuerpo neutraliza una sustancia en principio tóxica. Gracias a que existe este proceso el cuerpo puede excretar todo tipo de sustancias nocivas.

La mayor parte de la metabolización del alcohol se realiza en hígado. En este órgano una serie de enzimas actúan sobre las moléculas de alcohol descomponiéndolas y facilitando ―como hemos ya mencionado― su posterior eliminación.

¿Qué ocurre? Existe un porcentaje en torno al 1% de alcohol que no se metaboliza y se elimina sin transformación alguna por orina, sudor y por los pulmones (exacto), por medio del aire que exhalamos.

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Mientras el alcohol circula libremente por el torrente sanguíneo en dirección al hígado para ser metabolizado, este pequeño porcentaje que hemos mencionado, nuestro cuerpo es capaz de “quitárselo de encima” sin ningún proceso de neutralización.

¿Cómo funciona un alcoholímetro?

Aquí es cuando entra nuestro querido amigo el alcoholímetro. El alcoholímetro mide ese pequeño porcentaje de alcohol que tu estás expulsando por medio de la respiración. Posteriormente, en función de milésimas de segundo realiza una regla de tres por el que determina cual es el total de alcohol en sangre. ¿Sencillo no?

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