No te has preguntado cómo hacen algunas personas para caerle bien a todo el mundo. Cómo ser agradable y gustar es un “arte” que no todos dominamos, que facilita y mejora las relaciones sociales de cualquier grupo, independientemente de su especie o raza. Pero ¿se trata de una cualidad o de una capacidad? Es decir ¿es algo que depende de la educación y por tanto es aprendida o en cambio es algo innato con lo que nacemos por lo tanto depende del patrimonio genético de cada cual? Esto es lo que algunos científicos pretenden averiguar.
Cómo ser agradable para el resto de personas según la ciencia. Cosa de ADN
Para responder a esta intrigante pregunta un grupo de científicos de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, utilizaron una colonia de microbios en la que crearon un modelo de evolución social a partir del cual podrían comprender hasta qué punto la genética puede prevalecer sobre las condiciones ambientales o el entorno. Los resultados, sorprendentemente, fueron que el comportamiento de los individuos depende en gran parte de una serie de factores genéticos que determinan con exactitud cómo va a ser su comportamiento dentro de la familia, en el entorno social y la comunidad.
Igual piensas que compararnos con microbios es un poquito exagerado, pero lo cierto es que ya doctores como William Hamilton, en 1964, llevaron a cabo estudios basados en la observación de especies animales de todo tipo, desde las abejas a las ardillas, y dedujo que ayudar a otros que tienen copias de nuestros genes garantiza la supervivencia de la especie. Por lo que la naturaleza seleccionaría estos genes como ventajosos y los transmitiría. Esta premisa puede ser aplicada a todas las especies incluida la humana.
Otro defensor de esta teoría es el científico y educador Peter Schattner quien a través de animales como los perros explica que el hombre empezó “modificar genéticamente” al lobo para que fuera precisamente más “amable” (dócil y manso) y lo hizo cruzando animales que poseían estas cualidades con la esperanza que estas se transmitieran, como de hecho sucedió. Al igual que en un experimento conducido en la antigua Unión Soviética en 1959 con zorros siberianos, que siguiendo este mismo principio, seleccionaron los más mansos de una especie intencionadamente se fueron cruzando entre sí, consiguiendo generaciones dóciles. Demostrando una vez más que cualidades como la amabilidad, la empatía, compasión y amistad están en el ADN, en un mayor o menor grado basta sólo potenciarlo.
¿Aún crees que se trata sólo de buena educación? Cuéntanos tu opinión.