La historia nos habla de personas asombrosas, personas que se encuentran fuera de su propia época, muy adelantadas a su tiempo, personas cuyo comportamiento, visión o personalidad sencillamente no encajan en el tiempo en el que viven y que, años e incluso siglos, después encontramos lúcida, con una brillantez incomprendida. Es el caso de la Condesa de Castiglione, una mujer tan hermosa como misteriosa, y tan misteriosa como hábil, y que fue fundamental en ramas tan diversas como lo son la política italiana del siglo XIX y los últimos avances fotográficos de la época. Hermosa como pocas, hábil con las palabras y seductora, la Condesa de Castiglione es recordada sus fotografías, pero también por su extraordinaria vida que ha llamado la atención de muchos historiadores. Acompáñanos en Supercurioso para que conozcas todo sobre esta increíble mujer.
La fascinante historia de la Condesa de Castiglione
1. Infancia y juventud
El nombre completo de la Condesa de Castiglione era Virginia Elisabetta Luisa Carlotta Antonietta Teresa María Oldini y era, según la mayoría de las fuentes, la mujer más hermosa de la época. Nacida en florencia, Virginia era hija del marqués Filippo Oldoini y la marquesa Isabella Lamporecchi, ambos nobles de Toscana. De una familia pudiente, la Virginia se la educó para no ser sumisa, para tener su propia voz y saber enfrentar el mundo. Durante su juventud fue conocida con diversos nombres como La Perla d’Italia, y casi todos hacían referencia a su hermosura.
Todavía joven, a sus 17 años, la condesa conoció al con de de Francesco Verasis Asinari, un hombre que la dejó profundamente enamorada. Tanto así que no esperó para casarse con él, pero, desgraciadamente, el calor del amor no duró mucho después del matrimonio. Para virginia la decepción fue mayúscula, pues tras casarse descubrió que el conde era un simplón, por ponerlo en palabras de ella, un hombre frío y áspero que solo buscaba mantener su buena posición en la sociedad. Esto significó un quiebre en la vida de Virginia, y a partir de ese momento llegó a una resolución: no le interesaba el amor, no le interesaba el conde, no le interesaba nada que la frenara, todo lo que ella quería era vivir su vida, y nada iba a detenerla.
2. Una hermosa mujer con influencia política
Luego de ver quebrada su juventud por la abrumadora decepción del matrimonio, la hermosa Condesa de Castiglione siguió su vida, como sin rumbo, hasta verse enredada, casi sin darse cuenta, en uno de los tejemanejes políticos más importantes de la Europa del siglo XIX. Virginia acudía a fiestas, viajaba y disfrutaba de sus buenas relaciones. Además de la vida que llevaba, lo único que cobraba importancia de su vida era el hijo que había tenido con el conde. No obstante, en esa época sucedió algo que vendría a cambiarlo todo.
Un día un primo suyo fue a visitarla, un joven que ocupaba una posición importante como primer ministro del rey Víctor Manuel II. Este le propuso un plan, y es que los objetivos de su primo eran que la condesa conociese nada más y nada menos que a Napoleón III y lo convenciera de atacar al enemigo austríaco. La tarea no era sencilla, pero Virginia no la rechazó. El objetivo principal era que los italianos lograran recuperar los territorios ocupados de Italia. Si la Perla de Italia conseguía tal hazaña, la casa de Saboya se impondría en todo el territorio italiano.
En 1855 la Condesa de Castiglione viajó a parís acompañada por su hijo. Allá fue toda una sensación, formaba parte de todas las fiestas y los eventos sociales más exclusivos, en los que empezó a tejer toda su red de seducción para atrapar al entonces casado Napoleón. Pese a su compromiso con su esposa, este no dejó de caer frente a la belleza de la condesa, y, finalmente, esta logró los objetivos pactados. Llegaron a apodarla, en aquella época, la Mujer Imperial, y es que fue ella la que dio por terminada una época de tramas y sutiles intereses entre Italia y Francia, donde no se sentía demasiado cómoda.
3. La fotógrafa
Su vida como personaje político, no obstante, no duró mucho. Y es que tras su estadía en Francia acaeció una gran tragedia en su vida que vino a cambiarlo todo. Su hijo, Giorgio, que aún no acababa de entrar en la adolescencia, falleció de viruela. Aquello le dejó la vida vacía, tanto que su carácter festivo y alegre se ensombreció por completo. Nada parecía hacerla salir de su estupor, la vida perdió sus colores y quedó como en un limbo, en un ser y no ser, un vacío incomprensible.
Fue entonces cuando emergió de ella una pasión que ya desde hace tiempo la perseguía: la fotografía. Para drenar sus emociones, para vaciar todo ese sentir confuso que la embargaba. Se obsesionó con la imagen como medio para adentrarse en sí misma, comprenderse y encontrar cierta emoción a un corazón relativamente apagado. Para dar rienda suelta a esta necesidad, la Condesa de Castiglione estableció una estrecha colaboración con el célebre fotógrafo Pierre-Louis Pierson. Juntos, crearon más de 400 autorretratos.
Mientras Pierson operaba con la cámara, la condesa estudiaba la pose, el ángulo de ajuste, la ambientación, la ropa… Y no solo eso, ella dirigía la post-producción de cada imagen, el revelado e incluso creó fascinantes obras pintando sobre las propias fotografías. Para la sociedad se convirtió en poco más que una «excéntrica». Le gustaba fotografiar sus pies desnudos, y crear por encima de todo, composiciones que iban más allá del retrato. Eran imágenes donde la mujer aparecía con una actitud desafiante, con carácter altivo, descarado casi. La Condesa de Castiglione terminó recluida en su propio castillo, pasaba el día en sus salones con las cortinas bajadas para salir al mundo solo de noche, cuando salía la Luna y el mundo, sintonizaba de nuevo con su carácter melancólico pero creativo, increíblemente afinado con el mundo de la fotografía.
4. La mujer más bella del siglo
Virginia Elisabetta murió en 1899 a la edad de 62 años, dejándonos un legado que sin duda, merece ser recordado. Sin embargo, todavía antes de morir nos dejó todavía una exposición que no podemos dejar de resaltar en este artículo. Antes de morir, y después de haber organizado diversas exposiciones de sus mejores retratos y fotos, la Condesa de Castiglione decidió montar una última exposición llamada «La mujer más bella del siglo». Esta exposición, como las otras, iba dedicada, por supuesto, a las fotos que ella hacía de sí misma. Con el tiempo, sus exposiciones se habían vuelto más sombrías, más internas, más eufóricas y, a la vez, siniestras.
Esta última exposición fue el último paso del largo camino artístico que Virginia había ido recorriendo en el mundo de la fotografía. Su trabajo no fue bien recibido por la crítica, pero trascendió a su época. Algunos críticos llegaron a comentar: «Se entendía que la condesa, que era considerada un personaje perturbador cuyos motivos no quedaban claros, había optado por la fotografía simplemente para satisfacer su narcisismo»; o «Se entendía que la condesa, que era considerada un personaje perturbador cuyos motivos no quedaban claros, había optado por la fotografía simplemente para satisfacer su narcisismo».
Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón. El trabajo artístico de la condesa era impecable, y su devoción hacia sí misma, hacia ese mundo interior que representaba en sus fotografías, lejos de hacer decaer su obra, la agrandaba.
¿Qué te ha parecido nuestro artículo sobre la historia de la Condesa de Castiglione? ¿Conocías la vida de esta increíble mujer? Y, ¿conoces alguna otra curiosidades de su historia que debamos incluir en nuestra lista? Déjanos tu opinión en los comentarios, ¡estaremos deseando leerte!