De acuerdo, es posible que conozcas alguno de los diez puntos que te vamos a presentar. Pero te aseguramos que muchos de estos conceptos van a sorprenderte… si crees que lo sabes todo sobre tu cuerpo estás equivocado, el ser humano es el resultado de un largo, larguísmo y complejo proceso de evolución del cual, aún comprendemos muy pocas cosas.
Nuestro cerebro es una máquina fascinante, lo sabemos, pero ¿Y si te dijésemos que posees otro cerebro casi igual de sofisticado? Si deseas saber más no pierdas la oportunidad de abrir nuestras puertas a lo curioso… nos encantará hacerte sonreír y enseñarte alguna cosa con la que hacernos, entre todos, un poco más sabios.
1. El estómago, el segundo cerebro
Sí, así es. Nuestro estómago posee un número increíble de neuronas. Esto se explica por el sistema nervioso entérico, incrustado precisamente en las paredes del estómago formando una compleja red, que a su vez, nos induce por ejemplo ese irresistible deseo por comer dulce en un momento dado, en especial cuando atravesamos un momento de estrés. Desde siempre se ha sabido que este sistema es el encargado de controlar la digestión, pero hoy en día se lo considera importante en nuestro bienestar físico y emocional.
Él es quien hace la digestión por sí mismo sin que nadie se lo ordene, reacciona además frente a muchas cosas: el nerviosismo, el cansancio, la rabia, la irritación…
2. Eres tan peludo como un primate
Lo sentimos. Pero aunque no lo veas, cada centímetro de tu cuerpo dispone de cerca de 100 folículos.
Son imperceptibles, pero sí, están ahí…
3. Eres único en el mundo
No, no es un piropo. Es una realidad. Toda tu presencia, tu aspecto físico, tu personalidad… es única en el mundo y no volverá a repetirse.
Piensa que empezaste siendo solo una célula, y que cada cadena de tu ADN te ha hecho único, exclusivo… y maravilloso.
4. Tienes un montón de virus
Las investigaciones sobre el Genoma Humano nos descubrieron que gran parte de nuestro ADN se formó gracias a los virus.
Pero no debes asustarte, ellos nos han dado la vida, se alojaron en otras células y en los espermatozoides originando lo que somos ahora. Les debemos mucho.
5. No te puedes hacer cosquillas a ti mismo
Esto seguramente ya debes saberlo porque le dedicamos un artículo en Supercurioso. Las cosquillas sirven para unir a las personas, así que no tiene excesivo sentido que nos las provoquemos nosotros mismo.
Nuestro cerebro es muy social y ha desarrollado determinados actos que solo pueden darse en compañía de nuestros semejantes…
6. Tu cuerpo es más joven de lo que piensas
Puede que pienses que por cada día que pasa, eres un poco más viejo. En absoluto, siempre estamos cambiando: hasta los órganos cambian sus células y composición, nada de lo que somos ahora sigue siendo igual a cuando nacimos.
De ese modo, y gracias a la renovación celular, nuestro cuerpo siempre va a ser más joven que el tiempo que vivimos. Pero, eso sí, tal vez poco a poco pierdan algo de su flexibilidad, de su frescura… de ahí las incómodas arrugas. No todo podía ser perfecto.
7. Eres un poquito ciego
Párate a pensarlo un momento. Todos tenemos un punto ciego que nos impide tener una perspectiva completa de las cosas.
Si vemos bien de los dos ojos apenas lo notaremos, pero las personas que solo se ven de un ojo, si aprecian esta pequeña y particular deficiencia.
8. Puedes contar inconscientemente
Lo hacemos sin darnos cuenta. Cuando tu mirada tropieza por ejemplo con un parque, tu cerebro sabe perfectamente el número de árboles que hay, aunque tú no te des cuenta de modo consciente.
Pero, eso sí, lo sabrá mientras no sea un número mayor de 5. Pasado ese número, ya nos vemos obligados a contar.
9. Actuamos casi siempre por impulsos
Las personas nos regimos básicamente por las emociones. Cuando vas a tomar una decisión tu cerebro ya la ha tomado de modo inconsciente antes que tú.
Más tarde puedes analizar las cosas detenidamente, pero el primer impulso, es el que tiene más peso.
10. Tienes rayas en el cuerpo
¿Cómo? ¿No las has visto? No te preocupes, es normal. Son las llamadas lineas Blaschko, las tienen muchísimos mamíferos y tienen que ver con nuestros genes.
Solo pueden verse cuando se padece un tipo de enfermedad que incide en algunas células, pero habitualmente son invisibles en nuestra piel.