Es común escuchar que todo en la historia se repite, y si hay algo que –curiosamente- pasa con mucha frecuencia, es que mientras más inteligente, laureado y genio sea el individuo, más peculiar es, especialmente su mente. Michelangelo nunca se bañaba, Pitágoras le tenía un miedo irracional a los frijoles, y hasta Nikola Tesla, uno de los más grandes genios de la historia, no era una excepción. Detrás del “hombre que inventó el siglo XX” se escondían una serie de obsesiones, antecedentes de trastornos mentales y alucinaciones que, aunque pueda sorprenderte, lo hacían único y posiblemente, en lugar de resultar un obstáculo en su labor, fueron una ayuda. Descubre su asombroso el asombroso caso de la demencia de Tesla y cómo esta nunca lo frenó.
Sí, la demencia de Tesla fue real, pero lejos de frenar su genialidad ¡sacó el máximo partido del problema!
A pesar de tener la autoría y de su participación directa e indirecta en el descubrimiento de los inventos más importantes del siglo XX, entre ellos la computadora, el radar, la bobina de Tesla, entre muchos otros, la vida de este gran genio está plagada de tragedia, de comienzo a fin, como se pudo determinar a través de sus diarios personales.
Nikola creció en un hogar donde su padre y hermano, las dos figuras masculinas primordiales, sufrían de enfermedades mentales. Su padre, aparentemente, padecía de psicosis y constantemente hablaba y tenía discusiones consigo mismo. En ocasiones incluso se comportaba como si fuera distintas personas. Por otro lado, su hermano sufría de alucinaciones severas de las cuales nunca se pudo curar y por desgracia murió muy joven, cuando tras caer por accidente del caballo que montaba, este lo pisoteó. Todo mientras un Nikola de apenas 5 años lo observaba anonadado.
Tras haber presenciado la muerte tan violenta de su hermano, la demencia de Tesla creció cada vez más, el primer síntoma fueron las alucinaciones. Las describía como luces que aparecían de la nada y lo cegaban, esto mientras (como describía en sus diarios) ”el aire a mi alrededor estaba repleto de lenguas de llamas vivas”.
Increíblemente, en medio de toda esta locura, Tesla encontró un aspecto positivo, y es que sus alucinaciones hacían que lo viera todo tan vívidamente que dudaba de si era real o no, de modo que cada vez que se le ocurría algo, lo visualizaba tan perfectamente que le resultaba muy sencillo materializarlo.
Estas ideas tan ‘realistas’ eran algo que ni el mismo genio podía creer que provinieran de él, por lo que, mientras experimentaba con un dispositivo que trabajaba con señales del espacio exterior, se le ocurrió la teoría de que tal vez estas ideas fueran mensaje de seres extraterrestres.
Por supuesto, nadie creía que está información fuera veraz. Todos temían que la demencia de Tesla estuviera llevándose los impresionantes méritos de sus descubrimientos. Y es que no tenía ninguna prueba de esto, pero él estaba convencido de que había experimentado una conexión interplanetaria. Muchos años después, sin embargo, se probó que en efecto Tesla había tenido contacto un fenómeno, no alienígena, pero sí con algo «interplanetario» pues descubrió una tormenta eléctrica en Júpiter.
Casi como si el universo realmente conspirara a su favor, la aparente demencia de Tesla, más tarde que temprano, encontraba una forma de reivindicarlo. Tal vez por eso dicen que la línea entre la genialidad y la locura es extremadamente fina.
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Imagen: (c) Can Stock Photo / Jozef, wikipedia.