Decían que Diana de Poitiers tenía una piel como la porcelana, que era muy bella y que los años la trataron siempre especialmente bien. De hecho, así lo atestiguaban muchos de los cuadros de la época, los cuales seguimos conservando. Falleció a los 67 años (1566), aparentando muchos menos gracias a lo que algunos llamaban, «el elixir secreto de la dama de Poitiers«.
Puede que solo fuera una leyenda, pero se cuenta que cuando profanaron su tumba durante la Revolución Francesa, en 1796, su cuerpo seguía casi incorrupto, así que decidieron quedarse con su espesa cabellera como trofeo y aprovechar su ataúd de plomo para hacer balas. Los restos de su cuerpo, fueron arrojados a una fosa común junto a dos de sus nietas, y fue precisamente hace unos años, cuando un equipo de científicos decidió por fin analizar dichos restos para descubrir cuál era el supuesto secreto de Diana de Poitiers.
Estamos seguros de que te va a sorprender.
El misterio del elixir de la eterna juventud de Diana de Poitiers
Empecemos desde el principio. Hemos de recordar que Diana de Poitiers fue una figura de gran relevancia en la Francia del siglo XVI. Fue la distinguida amante del rey Enrique II, quien a pesar de estar casado con la princesa Catalina de Médicis, se alzó siempre como la favorita, como esa cortesana que ejerció desde el principio una notable influencia en el monarca y en los mandatos de su reinado.
Su íntima relación con el rey le sirvió para obtener el ducado de Valentinois y el de Étampes, increíbles castillos como el de Chenonceaux y valiosas joyas imposibles de imaginar. Era bella, culta, exquisita… Y también una férrea amante de la magia y los elixires sobrenaturales. Una de sus máximas preocupaciones fue siempre conservar la juventud y la lozanía, llegando a ser una auténtica obsesión.
Se dice que siempre estuvo muy delgada y tan pálida como una muñeca de porcelana. La leyenda se fue tejiendo con los años, se hablaba de pactos secretos con médicos extranjeros y de una pócima que diariamente mezclaba en sus bebidas. Ésas que, tal vez, le permitieron vivir siendo siempre bella, aunque su objetivo, el alcanzar la inmortalidad, obviamente no llegó a cumplirse.
Fue en 2008 cuando un equipo de arqueólogos y científicos dieron con sus restos, con esa fosa común donde la arrojaron junto a sus nietas durante la Revolución Francesa tras ultrajar sus tumbas. ¿Y cuál fue el resultado del análisis? ¿Era verdad que pudo conservarse siempre joven? Los científicos nos explicaron que lo primero fue confirmar que aquellos, eran los auténticos restos de Diana de Poitiers.
Lo certificaron a través de su calavera, que se correspondía con los rasgos que de ella, se conservan en todos los cuadros. También en la fractura de su tibia cuando se cayó del caballo en 1565, y que trató un médico llamado Ambroise Paré. Era, efectivamente, la cortesana más famosa del siglo XVI: Diana de Poitiers.
Los análisis certificaron varias cosas: a lo largo de su vida estuvo tomando algo que, efectivamente, lejos de ofrecerle la inmortalidad, acabó con su vida. Un elemento que le producía anemia (de ahí la palidez de su piel), además de anorexia y diarreas. Una figura frágil y delicada, no cabe duda, aunque obviamente, Diana de Poitiers jamás habría gozado de buena salud. ¿Adivinas ya qué elemento era el que utilizaba como elixir de la eterna juventud? Oro.
Los científicos lo encontraron en grandes cantidades en sus tejidos a pesar de haber pasado más de 400 años. Desconocemos si el esfuerzo valió la pena, si ella se veía realmente bella con la palidez de su piel y la delgadez de su cuerpo, pero sea como sea, su muerte debió ser lenta y dolorosa. La eterna juventud es esa aspiración que, de momento, aún no podemos alcanzar. Solo soñar.
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