Estamos en una bellísima región del centro del Loira, justo en Reignac-sur-Indre. Este paraje excepcional es rico en densísimos bosques, en un importante río que lo cruza y que lo nutre, y allí donde dejes la mirada, todo estará satinado por suaves colinas de color verde, cerros de piedra caliza, praderas ocres, extensas parcelas de maíz y numerosos campos de girasoles.
Aquí, por si la imaginación natural no fuera ya lo bastante sugerente, la mano humana ha querido también levantar una atracción turística única: el laberinto vegetal más grande en todo el mundo. ¡Asombroso! Te invitamos a conocerlo.
La magia del laberinto de Reignac-sur-Indre
La idea fue original y tuvo un éxito casi inmediato. Fue en 1996 cuando en este campo de girasoles de 4 hectáreas, se alzó el primer laberinto vegetal de la región y el que hasta el momento, es el más extenso que podemos encontrar en todo el mundo. Nadie sabe muy bien por qué, pero a la gente le encanta «perderse» entre sus sinuosos corredores, sus rincones que no llevan a ningún lado, y ese sendero que, para los más afortunados, logran llegar hasta el centro. No obstante, esto puede llevarte de media casi una hora.
Y hay una cosa que queda clara, nos gustan los laberintos, tal vez sea porque es un desafío mental o porque a los humanos, nos encantan las situaciones de «riesgo controlado» y más aún, estos escenarios llenos de belleza y fantasía. No obstante, aquí no hay ningún Minotauro que nos amenace, de ahí que cada año llegue a recibir más de 90.000 visitantes. Cabe decir que este laberinto está hecho a base de maíz y girasoles, una maravilla natural que luce sólo en el buen tiempo, de ahí que durante la estación invernal y otoñal no exista nada, siendo pues el momento en que los arquitectos y diseñadores, están ideando las formas en que el laberinto de Reignac-sur-Indre, emergerá de cara al verano.
Cada año cambia. Así que si visitaste en alguna ocasión este laberinto, nunca volverá a ser igual, y te recibirá con un nuevo reto, con un auténtico sistema solar, quizá, lleno de planetas que cruzar para llegar a una estrella central, o puede que siga las líneas más clásicas del siglo XIX, con una pequeña capilla en el centro para darle una aire más místico y romántico. Pero sea como sea, el laberinto de Reignac-sur-Indre jamás te defraudará.
Los laberintos son un ornamento y un juego muy común desde el Renacimiento, cuando se creaban preciosos jardines italianos donde las parejas se perdían mientras se cortejaban, mientras buscaban esos rincones sin salida para encontrarse en un breve y fugaz instante. Era toda una aventura. No obstante, cabe decir que en la antigüedad, muchos laberintos situados en países del Báltico, por ejemplo, estaban asociados a rituales de sol, ahí donde llevar a cabo también muchos ritos de iniciación.
El laberinto francés de Reignac sur Indre, sigue siendo a día de hoy el más grande del mundo, y se dice que el laberinto más famoso y asombroso que diseñaron fue aquel en que dieron un homenaje al planeta Saturno (imagen inferior). Su disposición era tan compleja que fueron muchos los turistas que se perdieron entre sus pasillos, pero la experiencia fue tan increíble que aún no se ha podido olvidar. Cada año cambia, así que sería sin duda toda una aventura poder visitarlo en esta ocasión… ¿Te gustaría?
¿Conoces quizá otros laberintos similares en tu país? ¡Háblanos de él! Mientras, te invitamos a conocer también otro escenario increíble: Bomarzo, el jardín de los corazones rotos.