Pocos símbolos son tan fácilmente reconocibles, y a la vez, tan asociados a una de las épocas más difíciles y tristes de nuestra historia como es la esvástica. Sólo con verla o pronunciar su nombre, pensamos de inmediato en el nazismo, y en el desastre acaecido en la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, resulta curioso saber que este símbolo tiene más de 7.000 años de antigüedad, y que en el pasado, tuvo los más variados significados, desde bienestar, nacimiento, sanación, prosperidad… Dimensiones todas ellas esperanzadoras que contratan bastante con la imagen que en la actualidad, tenemos de ella.
Como ejemplo a tener en cuenta te diremos que el escritor Rudyard Kipling, autor de «El libro de la Selva» entre muchas otras obras contextualizadas casi siempre en la India, solía dibujar una esvástica en cada uno de sus libros por esa admiración mística a este símbolo. Sin embargo, con el avance del nazismo fue tomando conciencia del modo en que la esvástica, se asociaba ya a otros senderos realmente peligrosos.
Hablemos hoy sobre la esvástica, ahondemos en su curioso origen, ése, que sin lugar a dudas te va a sorprender.
El curioso origen de la esvástica
La esvástica encerraba, originalmente, todo un compendio de nobles dimensiones enraizadas en el sánscrito. Esta palabra significa desde «buen auspicio», hasta felicidad, renacimiento, suerte, salud o prosperidad. Es un símbolo como podemos intuir muy antiguo, tanto, que se tienen testimonios arqueológicos de una primera esvástica del siglo V a. C impresa en un plato de arcilla en Samarra, ahí donde la cruz gamada acompañaba a figuras femeninas y a unos animales semejantes a escorpiones.
Ahora bien, este símbolo es tan frecuente a lo largo de la historia que lo podemos encontrar con total facilidad en multitud de templos griegos o mosaicos romanos. No obstante, donde mayor esplendor ha tenido siempre la esvástica es en el contexto de las religiones indias, tales como el budismo o el yainismo. Veamos ahora qué dimensiones han caracterizado a este símbolo tan familiar en nuestra historia:
- En diversas tradiciones paganas europeas, la esvástica, solía representar dos caras de una misma moneda, es decir, el umbral de la vida y el umbral de la muerte, de ahí que en las ruedas del zodíaco, apareciera a menudo en los signos de Piscis o Virgo como rasgo de «renacimiento» o el tránsito entre dos vidas.
- Para el budismo, la esvástica representa también los 4 elementos: sol, tierra, fuego y aire. No obstante, cabe decir que podemos diferenciar las esvásticas que aparecen en algunos templos de la clásica cruz gamada del nazismo, porque la primera, está orientada en posición horizontal, mientras que la del Reich, está rotada.
- A día de hoy resulta curioso ver en algunas iglesias románicas algunas esvásticas decorando frisos, paredes o mosaicos. ¿La razón? Eran símbolos heredados de la época romana que los cristianos usaban para disimular en ellas la cruz. ¡Muy curioso!
- Para el hinduismo, la esvástica encierra un gran poder. Representa al dios creador y la evolución del universo, y en ella se inscriben los 4 puntos cardinales que confieren estabilidad y equilibrio. Es una señal también de la buena suerte y que se asocia al dios Sol.
- ¿Sabes que para los japoneses la esvástica también es un símbolo religioso muy relevante? Así es. Recibe el nombre de Manji y, a día de hoy, puede verse en algunas partes de su iconografía, en productos que expotan a occidente e incluso en sus cómics. De hecho, resulta curioso ver que en muchos de sus mapas callejeros, cada vez que indican la localización de un templo budista, lo hacen con el icono de una esvástica. Algo que nos llama la atención, pero que en esencia, nos demuestra que los símbolos pueden en ocasiones trascender a los comportamientos o manifestaciones negativas de la humanidad en un determinado momento de nuestra historia. ¿Estás de acuerdo?
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