El caso de Francesco Lentini es especial. Se le conocía como «El rey» y no precisamente por tener más miembros de lo normal, sino por disponer de un carácter único, por ser una persona tan íntegra, ingeniosa y afectuosa que no dejaba indiferente a nadie. En ocasiones no bastaba ser un hombre con tres piernas o cualquier otro atributo físico extraordinario, para adquirir fama en esta época, donde el mundo del circo, y los espectáculos buscaban algo más que mujeres con barba o siameses unidos por el abdomen. Además de sorprender, debían cautivar, debían saber entretener e ir más allá de esa particularidad que se veía a simple vista.
El caso de Francesco Lentini es uno de los más conocidos. Era todo un caballero de amplios saberes y gracia dialéctica. Y en efecto, físicamente era «asombroso».
Francesco Lentini, el hombre con tres piernas… Y dos genitales
Francesco nació en 1889 en Siracusa, Sicilia. Tenía 12 hermanos, y ya cuando estaba a punto de nacer, los médicos intuyeron que en el parto iban a nacer gemelos. Ahora bien, quien vino al mundo fue solo Francesco y parte de un gemelo que en realidad, nunca terminó de formarse. Aquel bebé fue un hito en el mundo de la ciencia, un niño que se aferraba con fuerza a la vida y seguiría adelante a pesar de sus características.
Francesco era en apariencia un hombre con tres piernas, pero en realidad contaba con un cuarto pie algo más pequeño sobresaliendo de su tercera pierna. Además de ello, disponía de dieciséis dedos en los pies, y dos penes completamente funcionales con sus testículos. En un principio, los médicos pensaron en practicarle una operación para liberarle de esa tercera pierna, pero más tarde descartaron la operación porque estaba muy cerca de la espina dorsal. Era un riesgo.
Los primeros años del pequeño Francesco no fueron nada fáciles, sobre todo porque sus padres lo rechazaron. Ello provocó que acabara ingresado en un centro para personas discapacitadas, lo cual, y a través de sus primeros años hizo que este niño pasara de la desesperación, el rechazo y el odio, a una plena aceptación de su físico.
Al principio detestaba su cuerpo, hubiera deseado arrancarse él mismo aquella pierna, o esconderse del mundo para que nadie más se riera de él. Pero más tarde, apartó la mirada de sí mismo para fijarse en aquellos niños que vivían con él en el centro. La mayoría eran discapacitados graves, personas que jamás podrían desplazarse, y aún menos, valerse por sí mismos.
Por su parte Francesco, a pesar de que cada una de sus piernas tenía una longitud y de que sufría dolores, podía desplazarse, era válido y podía moverse por el mundo con plena autonomía. ¡Incluso era un jugador estupendo de fútbol! ¿Por qué compadecerse entonces de sí mismo? En absoluto. Y cuando adquirió la mayoría de edad, Francesco Lentini tomó la decisión de su vida: viajar a América y realizar espectáculos. Deseaba ganarse la vida, y para ello, era plenamente consciente de que sus particularidades físicas podrían permitírselo. Si ellas eran su condena, ahora debían ser su forma de vida. Y logró un éxito casi inmediato.
Decían de él que tenía un carácter encantador, que cautivaba a las masas con sus discursos y su ingenio. Los espectáculos eran de lo más sencillos: se mantenía de pie con su extremidad adicional sobre un taburete. Después, empezaba a hablar sobre la vida en general, y en concreto, sobre la suya. Un especie de «talk show», donde lo que más solía interesar era el momento en que con total tranquilidad, respondía las preguntas de la gente sobre su vida sexual. La curiosidad sobre este aspecto, cómo puedes imaginar, era muy «morbosa».
También le preguntaban sobre sus zapatos, y sobre lo que hacía cuando iba a comprar calzado. Francesco respondía de inmediato: solía comprar dos pares, y el zapato que le sobraba se lo ofrecía a un amigo que disponía de una sola pierna.
A Francesco no le faltaron pretendientas, pero su cariño fue para una dama de la que se enamoró al instante: una joven llamada Theresa Murray. Se casaron y tuvieron 4 hijos sanos. Trabajó toda su vida para los mejores espectáculos circenses, como el Barnum y Bailey y Coney Island. Se le conocía como ya sabes como «El rey», por su elegancia, por su saber hacer ante el público y su carácter cautivador. Tuvo una vida plena, feliz, seguramente más que otros que no contaban con sus particularidades.
Como has visto, lo menos extraordinario de Lentini es que fuera un hombre con tres piernas. Es, sin duda, todo un ejemplo del que te queríamos hablar en Supercurioso. No dudes en recordar también a la niña camello: Ella Harper.