¿Sabes cuánta basura generas cada día? Te lo ponemos fácil, piensa en la compra que has hecho la última vez que visitaste el súper, algo normal: huevos, leche, algo de fruta, unas cuantas piezas de verdura, algunas bebidas, carne y pescado. Y ahora piensa en los envases en los que se venden todos estos productos. Los huevos llevan un cartón y, probablemente una cubierta plastificada; la leche viene en un tetrabrick o una botella de plástico; las piezas de fruta y verdura, cada una en una bolsita individual de plástico fino; las bebidas en botellas también de plástico o vidrio y, por último, tanto la carne como el pescado, estarán cuidadosamente colocados en una bandeja de poliestireno bien tapadita con otro film de plástico. Todo eso en una simple compra de productos básicos. Pues ahora multiplica todos esos residuos por cada uno de los hogares de tu ciudad… Horripilante, ¿verdad?
¿De dónde vienen todos esos desperdicios?
Los hábitos de vida y de consumo han cambiado radicalmente con respecto a hace algunas décadas. Nuestro ritmo de vida cada vez es más rápido, necesitamos productos aquí y ahora, consumimos rápido y en mucha mayor medida. Las jornadas laborales son largas, el ritmo de vida frenético y nuestra necesidad de consumir cada vez más grande. No tenemos tiempo de ir al mercado, de comparar precio y calidades, ni casi casi de hacernos la comida – de ahí que la comida precocinada cada vez ocupe más espacio en los estantes y vitrinas del supermercado que, por otro lado ahora, abre prácticamente 24 horas.
Paradójicamente, paralelo al cambio del ritmo de vida que tantas enfermedades psicológicas y nerviosas provoca en la actualidad, hemos comenzado a preocuparnos por nuestra salud y la higiene en general de una manera un tanto obsesiva. Yogures que aumentan nuestras defensas, leches y batidos enriquecidos con proteínas, complejos vitamínicos que nos ayudan a tener más energía y estar más sanos… Un sinfín de productos con propiedades añadidas que, al menos según su publicidad, nos ayudan a vivir mejor.
Estos dos cambios han hecho que, por un lado, ahora queramos que nuestros productos sean empaquetados escrupulosamente para que, al menos en aspecto, nos den sensación de higiene, pulcritud, salud; de ahí la propagación innecesaria de envoltorios plásticos con los que nos ofrecen todos los alimentos; cuanto más envuelto menos contaminación. Por otro, la velocidad vertiginosa de nuestras vida, nos lleva a reducir preocupaciones extra; ahora ya no tenemos tiempo de devolver envases de vidrio para que sean reutilizados, y el plástico es barato y rápido de producir (que no de eliminar!), así que, voilá, todo envuelto en plásticos.
¿Residuos cero? Sí, es posible
En cualquier caso, todos somos conscientes de los riesgos que implica generar tantos desperdicios y del camino hacia el que nos está llevando este ritmo de vida de «usar y tirar«. En este sentido, nacen propuestas como las de Original Unverpackt, el primer supermercado que no genera desperdicios. Increíble pero cierto.
En este original establecimiento, se ha conseguido reducir a cero absoluto la basura generada por empaquetado. Ningún producto se vende empaquetado, sino que todos los alimentos se adquieren en envases reutilizables: ahorro de dinero para el usuario (que además sólo compra la cantidad exacta de producto que necesita), para los fabricantes o productores que no tienen que empaquetar sus productos y respeto por el medio ambiente. ¿No os parece un iniciativa, cuanto menos interesante?
Como os comentábamos en artículos anteriores, cuando os presentábamos el Movimiento Slow, quizás deberíamos empezar a pensar un poco más en reducir nuestro insoportable ritmo de vida actual, relajarnos y empezar a cuidarnos a nosotros mismos y al planeta en el que vivimos, ¿no creéis?