El Smilodon. Pocas criaturas prehistóricas son tan bellas e impresionantes a la vez, como este singular felino más conocido como «dientes de sable». Dicen los expertos que más que pertenecer a la familia de los grandes felinos como el tigre o el león, el Smilodon recuerda más bien a un lince rojo.
Era simplemente precioso, habitaba a lo largo del continente Americano a finales del Plioceno y se extinguió hace 10.000 años. ¿La razón? Por el cambio climático de nuestro planeta. A medida que la temperatura iba subiendo se iban extinguiendo a su vez las grandes presas, los grandes animales de los que solía alimentarse: mamuts, caballos, bisontes prehistóricos…
Los animales más pequeños corrían demasiado y el Smilodon no era un buen corredor. Además, hubo de enfrentarse a depredadores más hábiles que ellos, como era el caso de los lobos gigantes. Es decir, el cambio de los ecosistemas derivado por el calentamiento general, acabó venciendo a estos maravillosos animales, que, sin lugar a dudas, nos hubiera encantado conocer.
El Smilodon (dientes de sable), un feroz depredador
En primer lugar deberemos aclarar un aspecto. Existieron 3 tipos de Smilodon: el Smilodon gracilis , Smilodon fatalis y, Smilodon populator. Éste último era sin duda el más espectacular, el más robusto y que, de algún modo nos recuerda al actual tigre de Bengala. No obstante, el Dientes de Sable podía llegar a pesar más de 400 kilos.
Pero, ¿y sus dientes? ¿Por qué disponía de esos dos colmillos tan afilados y llamativos? Esta característica tan particular dependía directamente de su forma de cazar, de ahí que fuera un rasgo que compartían tanto los machos como las hembras. Estos colmillos medían unos 18 centímetros, y eran, por así decirlo, auténticos cuchillos, perfectamente afilados y a su vez, «aserrados» por dentro. Como ya te hemos señalado antes el Smilodon se alimentaba de los considerados grandes animales, como por ejemplo los mamuts.
¿Imaginas a un Dientes de Sable atacando a un mamut? Era una «máquina de matar» perfecta, lo hacía rápido y eficazmente. Iban directamente a la nuca, para entonces, romper una de las venas principales del cuello o, simplemente, fracturar la columna vertebral del animal. Eran expertos rompiendo huesos, venas y arterias. También solían bloquear muy efectivamente el flujo respiratorio de los animales, impidiendo así, que no llegara al cerebro ni sangre ni oxígeno. Terrible y efectivo.
Se sabe además que su sentido del olfato estaba mucho más desarrollado que en los depredadores actuales, no obstante, y según nos dicen los expertos, no era especialmente rápido. Por su anatomía, se sabe que podían saltar muy efectivamente sobre otros animales mayores, que por la fuerza de su mandíbula y sus colmillos, los derribaba casi al instante… Pero no era bueno persiguiendo a presas más pequeñas, más ligeras y mucho más rápidas que este feroz depredador. Y su fin, fue casi como una muerte anunciada en el momento en que los grandes bisontes y los mamuts, empezaron a extinguirse.
Animales increíbles que solo nos atrevemos a imaginar. Y recuerda, si te ha gustado este artículo, descubre también si a día de hoy, sería posible clonar un mamut.