La primera «hazaña» que se le exigía a un rey era reproducirse. La sucesión al trono debía estar clara lo más pronto posible para evitar guerras internas en los reinos. Cuando el rey moría sin un hijo varón que pudiera subir al trono, las luchas por el poder llevaban a los estados a la miseria. Sólo la paz garantizaba la prosperidad. Sin un vástago real esto era imposible. De ahí todos los esfuerzo que los médicos dedicaron a Enrique IV «El Impotente» y que les llevó a probar el primer intento de fecundación artificial que se conoce.
Enrique IV «El Impotente» y el primer intento de fecundación artificial
Enrique IV de Castilla, nació en Valladolid en 1424 y murió en Madrid en 1475. Era el hermano por parte de padre de la Reina Isabel la Católica. Su impotencia fue el desencadenante de la guerra por la sucesión que libraron Isabel y la supuesta hija de Enrique, Juana, apodada la «beltraneja».
Enrique fue casado a los 15 años con Blanca de Navarra. Curiosamente, el matrimonio nunca fue consumado y al cabo de tres años se pidió la anulación que concedió un obispo. Se adujo que Enrique había sido hechizado para que no pudiera consumar su matrimonio con Blanca, pero que si podía yacer con otras mujeres. Para demostrarlo, se hizo testificar a varias prostitutas de la ciudad de Segovia. A partir de ese momento empezaron los rumores sobre los problemas del rey y recibió el sobrenombre de «el impotente».
Su segundo matrimonio fue con Juana de Portugal y la dote de la reina quedó sin efecto hasta que hubiera pruebas de que el matrimonio había sido consumado. Si en el primer matrimonio el rey hizo rogativas, tomó pociones e incluso mandó a buscar un «cuerno de unicornio» para solventar su problema, con en el segundo existen testimonios de la época que explican que el rey, al que se tacha de homosexual, intentaba que su esposa mantuvieran relaciones extramatrimoniales para poder conseguir un heredero. Al parecer y según describió el médico D. Gregorio Marañón en un estudio sobre la enfermedad que pudo padecer Enrique IV, dijo que posiblemente sufría una displasia eunucoide que le habría producido la impotencia. También se ha hablado de otras patologías, pero todos los científicos coinciden en que tenía un problema anatómico que le dificultaba tener erecciones.
El rey estaba empeñado en tener descendencia y los médicos judíos que lo atendían, viendo que iba a ser imposible por su problema, idearon un sistema para conseguir la inseminación de la reina y el embarazo. Fabricaron una cánula de oro (algo parecido a una caña) que debía introducirse en la vulva de la reina Juana y por ella circularía el semen del rey para que llegara hasta la vagina y el útero. Como veis, inventaron un primer prototipo para inseminación artificial. No se sabe si tuvieron éxito. Hasta que no se efectúen pruebas de ADN no se resolverá el enigma de si Juana «la beltraneja» es hija del rey o si finalmente la reina decidió acostarse con Beltrán de la Cueva para dar descendencia al rey.
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