Según la mitología y algunas creencias religiosas existen en el mundo entradas al infierno. Distribuidas por el planeta, según las leyendas, hay varias puertas de acceso al inframundo. Un monarca español, Felipe II, al parecer así lo creyó y por ese motivo construyó un impresionante edificio en un lugar concreto. Para él la entrada al infierno estaba en el monasterio de El Escorial.
La entrada al infierno en ¿el monasterio de El Escorial?
El monasterio de El Escorial se halla en la Comunidad de Madrid, a unos 50 km. de la capital de España. Fue mandado construir por el rey de la Casa de Austria, Felipe II, entre los años 1563 y 1584. Es un complejo que contiene además de un palacio, una biblioteca, una basílica, un panteón y un monasterio. A pesar de pertenecer cronológicamente al Renacimiento, el majestuoso edificio está construido siguiendo el patrón del Templo de Salomón por el que Felipe II sentía un vivo interés. Los arquitectos se basaron en las descripciones bíblicas del Templo de Salomón y en las de Flavio Josefo, el historiador judeo-romano.
Según nos cuenta César Cervera en su libro «Los Austrias: el imperio de los chiflados», el lugar elegido para la construcción del monasterio no fue fortuito. Se levantó en el lugar en el que según una leyenda, Lucifer había abierto una de las 7 puertas que existen para acceder al infierno. Entre el momento en que fue expulsado de la Corte Celestial y su envío al inframundo, Lucifer vivió en una cueva a los pies del Monte Abantos. Allí decidió emplazar un acceso a su reino. A través de una profunda mina se llegaba al averno. El rey Felipe II, tremendamente religioso y conocedor de la leyenda, pudo haberse visto influido por ella y construido el complejo de El Escorial sobre la mina con la finalidad de sellar la susodicha puerta.
Cuenta el cronista oficial del edificio y consejero de Felipe II, Fray José Sigüenza, que el rey reunió una comisión de sabios para elegir el lugar donde levantar su complejo. Guiados por la leyenda visitaron el lugar dónde se decía se hallaba la puerta al infierno y cuando se encontraban allí se levantó un viento huracanado. Los afectados creyeron ver en este hecho la mano del diablo, que quería alejarlos para que no levantaran ahí un edificio santo. Quizá ese suceso acabó de convencer a Felipe II de que realmente sellaría un acceso al inframundo si edificaba en ese enclave.
La visita al monasterio de El Escorial vale la pena. Si alguna vez la realizas, escucha con atención, pues dicen que pueden oírse los ladridos del Cancerbero en el subsuelo de la basílica.
Si te gustan las leyendas, quizá te puede apetecer leer La leyenda del perro flamígero del monasterio de El Paular.