No, no nos hemos vuelto locos. Existe una curiosa e interesante teoría que ha estado bajo varios años de investigación, donde se enuncia que las plantas son capaces de variar su morfología e incluso sus movimientos si presienten el peligro. No tenemos más que pensar por ejemplo en las raíces de los árboles y en sus movimientos bajo tierra para buscar agua, necesidades biológicas naturales donde tampoco debemos excluir la necesidad de supervivencia por percibir un riesgo claro. Un tema interesante que sin lugar a dudas te sorprenderá…
¿Son las plantas capaces de «escuchar» el peligro?
Has leído bien «escuchar». Y es aquí donde aparece lo realmente curioso. Hace unas semanas aparecía un estudio publicado en la revista Oecologia donde se nos explicaba que las plantas son capaces de escuchar. ¿Sorprendente, verdad? Pero demos más datos al respecto antes de nada. Un grupo de investigadores de la División de Ciencias Biológicas de la Universidad de Missouri tenían ya la premisa en mente de que las plantas no solo eran capaces de modificar sus movimientos para buscar luz, agua o nutrientes. Recordemos por ejemplo nuestro artículo sobre cómo se las apañan los árboles albinos para obtener alimento: robándolo a sus hermanos cercanos. Comportamientos que nos demuestran que pueden presentar varios cambios si les falta la nutrición. Pero según estos científicos, las plantas también pueden originar cambios si perciben algún riesgo para sus vidas.
¿Y qué es lo que hicieron para demostrarlo? Muy fácil. Cogieron unas plantas cualquiera, unas Arabidopsis thalina, y les pusieron justo al lado las grabaciones de sonidos de orugas comiendo hojas. Realmente estresante ¿verdad? Lo siguiente que hicieron los científicos fue analizar las reacciones químicas de las plantas ante esas estresantes y tétricas grabaciones…
¿El resultado? Increíble. Lo que hicieron estas plantas fue modificar su bioquímica fabricando compuestos que actúan como repelentes para insectos. Vistos los espectaculares resultados los investigadores quisieron rizar el rizo de esta propuesta, así que subieron el nivel de riesgo. Esta vez les pusieron sonidos no de simples orugas…sino de las mandíbulas de otros herbívoros, y para su sorpresa, también variaron elementos de su morfología ante el riesgo inminente.
Pensaron, asimismo, en aplicarles sonidos inofensivos como el crujir de las ramas de los árboles o el silbido del viento, estímulos antes los cuales no ejecutaron reacción alguna. Todo esto les vino a demostrar que, efectivamente, las plantas no solo perciben y reaccionan frente al riesgo. Sino que lo escuchan y saben discriminar qué es lo que puede hacerle daño y qué no.
Ante estudios como este surge de inmediato la dimensión filosófica y moral… ¿Si las plantas reaccionan ante el peligro, quiere decir esto que sienten dolor o miedo? Lo que está claro es que al escuchar la presencia de las orugas deducen que algo malo les va a ocurrir, de ahí que produzcan cambios bioquímicos en su estructura, algo que nos fascina y nos inquieta.
Está claro que la biología y la naturaleza no deja de sorprendernos cada día. Ante noticias como ésta, no podemos más que concienciarnos un poquito más de la necesidad de cuidar de nuestros ecosistemas, de nuestros árboles, de nuestros campos y bosques.