La Edad Media ha llegado hasta muchos de nosotros a través de películas y novelas históricas y en ellas vemos básicamente caballeros con armadura, impresionantes castillos o acontecimientos que forjaron la historia de Europa. Sin embargo, desconocemos muchos hechos básicos de la época y en Supercurioso nos ha parecido interesante investigar algunos; entre ellos el motivo por el que hay escaleras de caracol en los castillos y otros secretos medievales.
Escaleras de caracol en los castillos y más secretos medievales
Las escaleras de caracol
Las famosas escaleras que vemos en los castillos medievales con forma de espiral no tienen un diseño fortuito, sino que están concebidas de esta manera por unos motivos muy concretos. Estas escaleras de caracol solían estar ubicadas en las torres y a lo largo de las paredes exteriores, quedando las habitaciones protegidas en el centro de la edificación y se idearon para la guerra. Su finalidad es dificultar el acceso de los hipotéticos enemigos a los pisos superiores del castillo. Los guerreros con sus armaduras debían tenerlo muy difícil para subir en fila india por aquellas retorcidas escaleras defendidas por los moradores de la fortaleza.
Existía además una ventaja añadida: si os fijáis la mayoría de estas escaleras giran en el sentido de las agujas del reloj, por lo que el caballero invasor iba subiendo la escalera avanzando en primer lugar el lado izquierdo de su cuerpo lo que representaba un gran problema para defenderse, ya que los humanos somos en general diestros y la espada se sostenía con la mano derecha.
No todos eran siervos, caballeros o pertenecían al clero
A partir del año 1100, la población Europea aumentó y crecieron especialmente las ciudades y pueblos. A partir del siglo XII y XIII, la división en los tres estamentos medievales no se ajusta a la realidad. En las urbes existían muchos profesionales que no pertenecían a los grupos tradicionales: vendedores, carpinteros, arquitectos, comerciantes, carniceros, pintores, tejedores…, e incluso en el campo no todos eran siervos, sino que había pequeños propietarios.
La caza de brujas
Uno de los secretos medievales peor entendidos por la cultura popular. La caza de brujas, exceptuando algunos casos concretos, no fue cosa de la Edad Media ni de la Iglesia. Fue especialmente cruda a principios de la Edad Moderna (siglos XVI y XVII) y la persecución la hicieron generalmente las autoridades civiles.
Los matrimonios
El matrimonio no estaba considerado un sacramento a inicios de la Edad Media. Las personas no se casaban en la iglesia, sino que solían hacerlo en la puerta de ésta por ser un lugar de reunión. Bastaba con expresar verbalmente la intención, que hubiera consentimiento y preferiblemente testigos -por si alguno se echaba atrás- y ya estaba casada la pareja.
Las armaduras de los caballeros
La armadura era un elemento esencial del caballero cuando entraba en batalla. Estaban hechas a medida y eran muy costosas. Las armaduras no siempre fueron iguales, sino que fueron evolucionando a lo largo de la Edad Media. Primero eran simplemente una cota de malla acompañada de prendas acolchadas y finalmente fue un entramado de placas metálicas muy complejo y capaz de resistir los golpes de la mayoría de armas medievales.
La armadura pesaba más de 20 kilos por término medio y su calidad y espectacularidad no sólo incidían en las posibilidades de sobrevivir en la batalla, sino que además eran un símbolo del estatus del caballero.
Convertirse en caballero
Las ceremonias para convertirse en caballero no eran al principio como las que vemos en las películas. El señor simplemente golpeaba ligeramente en el cuello al futuro caballero con la mano abierta y pronunciaba unas palabras simples sobre cómo debía comportarse en el futuro. Cuando la Iglesia empezó a intervenir el ceremonial se hizo mucho más complejo y semejante al que vemos en los films.
Llegar a ser un caballero era una dura empresa no exenta de peligros. La primera fase empezaba a los 7 años y finalizaba a los 14. En ésta era enviado al castillo de un señor donde le servía en tareas menores y se empezaba a entrenar con juegos y equitación. A partir de los 14 se convertía en escudero y servía directamente al señor. Mantenía su armadura y lo acompañaba en justas y batallas, entrenando con todas las armas, lo que podía suponer en ocasiones sufrir graves heridas.
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