Evita Perón fue una de las mujeres más poderosas e influyentes de su época, era la abanderada de los descamisados o pobres argentinos quienes llegaron a idolatrarla y llamarla “Santa Evita” después de su muerte.
La defensora de los pobres
María Eva Duarte de Perón nació el 7 de mayo de 1919 en la ciudad de Buenos Aires, a los 15 años se residenció en la capital argentina con uno de sus primeros amantes, allí se dedicó a la actuación, llegando a tener cierta fama en los teatros, radionovelas y cine. En el año 1944 conoció a Juan Domingo Perón, quien a pesar de doblarle en edad quedó fascinado por la belleza y melodiosa voz de Eva.
Cuando Perón fue destituido de la junta de Gobierno en el año 1945, fue Eva quien organizó todo el apoyo de los trabajadores y oficiales para devolverle el poder. Al año siguiente, Juan Domingo Perón entraba triunfante a la presidencia con su nueva, joven y hermosa esposa a su lado.
Evita fue una mujer que se caracterizó por sus elegantes vestimentas, siempre portaba costosas joyas y su peinado era impecable, por otro lado, era la defensora de los pobres y quien impulsó el voto femenino. sin duda alguna una mujer de contrastes que despertó las más profundas pasiones en el pueblo.
Santa Evita
En Enero de 1950 Evita se desmayó durante un acto de fundación del sindicato de los taxistas, sería el primer síntoma del cáncer de cuello uterino que estaba avanzando rápidamente. Pese al avance de la enfermedad y la debilidad, Evita participaba en actos públicos, se dice que utilizaba un especie de corsé de yeso para poder mantenerse de pié.
El 26 de Julio de 1952 a las 8:25pm falleció Evita Perón, a su funeral asistieron más de 2 millones de argentinos, su muerte llenó de dolor al pueblo, quienes comenzaron a llamarla “Santa Evita”. El cuerpo de Evita fue entregado al patólogo español Pedro Ara, quien se encargaría de momificarla, trabajo que le llevó un año en completar.
Perón tenía una gran cantidad de planes, pensaba mandar a construir una gran cantidad de monumentos conmemorativos a su esposa; sin embargo, fue derrocado antes de poder realizarlos. Perón huyó a España, desde donde le solicitó a su sucesor, general Eduardo Lonardi, que le devolviera el cadáver de su esposa, solicitud que fue rechazada por el nuevo presidente.
La popularidad de Evita se acrecentaba con el pasar de los meses, por lo cual el general decidió que lo más razonable era destruir el cuerpo de la misma, de esa forma no se seguiría alimentando el culto hacia esta figura. Antes de poder hacer esta tarea, el general fue derrocado y suplantado por el general Pedro Aramburu, quien temió por la reacción del pueblo ante la destrucción del cadáver y pensó que era más conveniente simplemente desaparecerlo de la vista pública.
Fue allí cuando comenzó todo el recorrido del cuerpo de Evita, por casi 20 años el destino exacto del cadáver fue un completo misterio. Aunque se ha llegado a saber que el cuerpo fue trasladado a un cajón corriente, sellado y llevado al cuartel general del servicio de inteligencia del ejército. Luego recorrió docenas de depósitos, calles solitarias y oficinas de oficiales en Buenos Aires, inclusive llegó a ser escondido en el lujoso apartamento de el mayor Antonio Arandia, quien preso del miedo al oír unos pasos en su casa, sacó su arma y disparó a la sombra que había visto pensando que se trataba de algún peronista en busca del cuerpo de Evita, tristemente resultó ser su propia esposa, quien además estaba embarazada, la que cayó muerta en el acto.
Después de ese episodio construyeron varios ataúdes idénticos para despistar a los enemigos, pero el que contenía a la verdadera Evita fue trasladado a Bruselas, de allí a Bonn, luego a Roma y finalmente fue enterrada en Milan bajo un nombre falso: María Maggi de Magistris, una “viuda italiana”.
Casi veinte años después, el cadáver de Evita es regresado a su esposo, Domingo Perón, quien se encontraba residenciado en Madrid junto a su nueva esposa María Estela Martínez de Perón. En 1972 el exilio de Perón termina, un año más tarde es vuelto a elegir como presidente de Argentina, en 1974 fallece y queda su esposa como Presidenta, quien decide traer de regreso a Argentina el cadáver de Evita y realizar otra capilla ardiente, pero esta vez Evita junto a Perón. En 1976, Evita finalmente pudo descansar en paz, su cuerpo fue sepultado en un sector privado del cementerio de la Recoleta en Buenos Aires.
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