Una manera de adentrarse profundamente en una cultura es a través de su mitología, a través de sus historias, sus leyendas, sus fábulas. Y una de las culturas más ricas en este sentido es la mexicana, por eso hoy hemos querido hablarte de algunas de las más importantes fábulas mexicanas cortas, ideal tanto para contar a los niños como para hacer reflexionar a los más grandes. ¿Quieres conocer estas sorprendentes y reflexivas historias? Acompáñanos en Supercurioso para que conozcas estas fábulas mexicanas para niños y adultos que te encantarán.
Fábulas mexicanas cortas ideales para niños
1. El perro fiel
El perro fiel es una de las mejores fábulas mexicanas. En ella se cuenta la historia de un hombre que tenía un perro al que no paraba de maltratar, debido, entre otras cosas, a la situación de pobreza que pasaba. El espíritu de los animales, Kakasbal, habló con el perro maltratado y le sugirió que abandonase a su amo, ya que todos los días recibía muchas palizas. El animal se negó en rotundo diciéndole que nunca escaparía porque él era un perro fiel, a pesar de que su dueño nunca se lo agradeciera. El espíritu fue tan insistente que el perro le hizo creer que aceptaría su propuesta. Para ello, debía venderle su alma y el animal tendría un deseo.
El can le pidió al espíritu un hueso por cada pelo, ante eso el espíritu se puso a contarlos hasta que el perro se acordó de su amo y se movió a propósito para que éste perdiera la cuenta. Tras el enfado del espíritu, el animal aseguró que fue por las pulgas. Este proceso se repitió hasta cien veces, entonces Kakasbal se dio cuenta de que el perro no quería venderle su alma. Por lo que le respondió al perro, «me has engañado, pero me has dado una lección, porque ahora sé que cuesta mucho más comprar el alma de una animal que la de un ser humano».
2. El águila y la flecha
Esta historia, nos presenta a un cazador que intentaba cazar un águila valiéndose de su arco y sus flechas. Tras muchos intentos, finalmente hirió al ave y ésta, mientras se retorcía de dolor, pudo ver como las plumas de la flecha eran de águila. No pudo evitar pensar lo desdichada que era, ya que había sido herida por alguien de su propia especie. En esta fábula podemos extraer la lección, de que no hay derrota más dolorosa que la que se produce con nuestras propias armas.
3. El camello, el elefante y el mono
La del camello, el elefante y el mono es una de las mejores fábulas mexicanas cortas, y va más o menos así: Tras la muerte del león, que era el rey de la selva, muchos animales se postularon para ser su sucesor. Los más populares eran el camello y el elefante, pero alguien al que no se tenía en cuenta alzó su voz. El mono empezó a sacar los defectos del camello y del elefante, ya que otros no se atrevían a hacerlo. Al resaltar sus defectos, los animales de la selva se dieron cuenta de que lo que el mono decía era cierto y que, aunque estos fueran los más grandes y fuertes del lugar, la fortaleza de su rey no debía medirse según la fuerza del animal, sino según sus defectos, pues estos podían resultar más peligrosos que sus virtudes. Lo que el mono demostró es que la fortaleza se mide con las debilidades de cada uno.
4. La cabra y el cabrero
En esta fábula, una cabra quedó rezagada del resto debido a que quería disfrutar del pasto un rato más. Un joven, para escarmentarla, le lanzó una piedra con tan buena puntería que le rompió uno de sus cuernos. Arrepentido, el muchacho se dirigió hacia ella suplicándole que no le dijera nada a su dueño. A lo que la cabra le contestó que, aunque ella no mencionara la historia, el cuerno roto le delataría. La moraleja es que antes de realizar cualquier acto, considera las consecuencias que podría tener.
5. El caballo y el soldado
Durante la guerra, un valeroso soldado alimentó a su caballo con buena cebada. Una vez acabada, el animal fue relegado a las tareas del campo por lo que volvió a hacer un trabajo muy pesado y a ser alimentado con paja. Al cabo del tiempo, volvió a declararse la guerra y el soldado necesito los servicios de su caballo que ahora más parecía un asno. El soldado se dio cuenta entonces de algo muy importante: si quieres que tus posesiones se mantengan en un buen estado, tienes la obligación de cuidar de ellas. Una de las fábulas mexicanas más hermosas de todas.
6. El serraño y el jalapeño
Dos chiles se encontraban discutiendo acerca de cuál era el mejor, si el serraño o el jalapeño. Esta discusión había comenzado a partir de un concurso que estaba próximo a celebrarse, y en el que un jurado de alto nivel decidiría cuál de los dos era el mejor. Mientras esperaban el resultado del concurso, ambos chiles dieron lo mejor de sí: se ejercitaron, se pusieron en su mejor forma y se prepararon para ser, cada uno de ellos, el mejor de todos los chiles de méxico y el mundo.
Para su gran sorpresa, el día del concurso el jurado terminó dando un resultado que los dejó boquiabiertos: tras probar cada uno de los chiles, al final se decidió que cada cual era el mejor en su tipo, pues cada cual tenía atributos dignos de resaltar. Sin duda, una de las fábulas mexicanas más bonitas.
7. El maya y el azteca
Otra de las fábulas cortas de México que nos encanta es el maya y el azteca. En esta fábula un hombre maya y un azteca son los únicos dos hombres que quedan en una población específica, y para sobrevivir tienen que ponerse de acuerdo. No obstante, por ser de culturas diferentes y venir de tradiciones diferentes a ambos les cuesta mucho ponerse de acuerdo en sus decisiones, y casi siempre terminan en disputa.
Un día les toca tomar una decisión que afectará profundamente sus vidas, tanto que de ella depende su permanencia en la tierra. El maya, tras pensarlo mucho, le hace una propuesta al azteca, una propuesta que a todas luces se ve convincente, pero que el azteca, en su terquedad, termina por rechazar, no porque no le pareciera apropiada, sino porque era la propuesta del maya, ese otro tan distinto de sí. Por su terquedad, el azteca termina por perder la vida. Prefirió la muerte antes que doblegarse. La moraleja de esta historia es que hay que aceptar a todas las personas sin importar de dónde provengan, ni el hecho de que sean o piensen diferente a nosotros.
8. La tortuga y la hormiga
«En este mísero invierno, dime ¿qué comes, amiga?», le preguntó la tortuga a la hormiga. «Cómo trigo», dice la hormiga, «y maíz y otras semillas, de las que dejo en otoño mis bodegas bien provistas». «Dichosa tú», dice la tortuga, a la par que se queja de su fortuna, pues en su pantano, en ese charco en el que habita, solo llega a comer una que otra sabandija que encuentra. Solo eso y el crujir de su barriga. «¿Y en el verano, en el largo verano, qué haces tú, amiga tortuga?», responde la hormiguita a la par que ordena sus semillas. «Yo, a la verdad, día por día me estoy durmiendo en el fondo de este pantano o sentina, y es raro verme, en el suelo arrastrando la barriga», dijo la tortuga.
A todo esto la hormiga replicó: «Pues entonces no te quejes, de las hambres que padeces, ni de tu suerte mezquina; porque es ley muy natural, al mismo hombre prevenida, que al ser que nunca trabaja, la penuria lo persiga». Sin duda, una de las fábulas mexicanas más interesantes.
9. La espada y el sombrero
Se encontraron una espada y un sombrero gustosamente charlando, pero la espada, en un ataque de nobleza o vanidad, decidió mostrarse frente al sombrero como la más importante de ambos. «Príncipes y reyes me llevan consigo a todos lados, soy el mejor de los aliados y la más afable compañía, soy la espada más afilada, conmigo empiezan las travesías». El sombrero, por su parte, sin dejarse ofender por la espada, replicó que este era, por igual, compañía de grandes hombres, y que más que ser aliado era pieza imprescindibles, después de todo, de sombrero a corona no hay mucho trecho, con lo cual se complacía. No obstante, la espada no se quedó callada ante esto, sino que habló de sus hazañas, de las guerras en las que había estado y las luchas que había ganado y la sangre que había llegado a derramar en honor a sus amos, intentando así humillar al sombrero por no ser digno de honor y gloria.
Sin mostrarse afectado ni adquirir un tono de desdén, el sombrero, sorprendido, eso sí, por la actitud de la espada, sentenció: «De tu rigor inhumano, puedo muy bien remediar los agravios, con pasar de la cabeza a la mano. Y más de mil que tú has hecho, yo he reparado, señora: ¡Vamos a ver! dime ahora si no soy de honra y provecho». A esto nada replicó la espada, quedó callada, como si le faltase el filo, o como si su fuera no sirviera para nada. La reflexión que deja esta fábula mexicana corta es que más puede la educación que la fuerza.
10. El mono y el cazador
Ya para cerrar con nuestras fábulas mexicanas vamos a contar la historia de El mono y el cazador, una de nuestras favoritas. Dice así: Un mono se topó con un calabozo vacío y decidió explorar un poco. Para su sorpresa, encontró muchas cosas en él, entre ellas un delicioso pan que, con mucho gustó, trato de alcanzar. Cuando ya estaba por dar con él, salió del bosque un cazador, pero el mono, sin querer soltar el pan y sin poder cogerlo del todo, persistió en su intento. Cuando, finalmente, estaba por hacerse con el pan, el cazador ya se encontraba sobre el pequeño mono, y toda su dicha se convirtió en desdicha. Intentó escapar, pero en vano, pues por no querer soltar el pan terminó entregándose por su propia mano.
El cazador, viendo lo que ocurría, tomó al mono y lo ató. Este, desde sus adentros, dijo con tristeza profunda: «Haces muy bien, soy delincuente». Así, franco y sereno, sufrir debe su pena con paciencia, aquel a quien agobia la conciencia por empeñarse en retener lo ajeno. ¿Sabes cuál es la moraleja de esta hermosa fábula?
Sin duda, estas fábulas mexicanas cortas son de los mejor de su cultura. A ti, ¿qué te han parecido estas historias? Y, ¿conoces otras fábulas de México que debamos incluir en nuestra lista? Déjanos tu opinión en los comentarios, ¡estaremos deseando leerte!