Aún antes de la época de los faraones, los gatos han sido criaturas adoradas por su belleza, estética e increíble misticismo. Es por eso que parecería increíble que Félicette, el primer gato que fue al espacio, no sea conocido tanto como sus predecesores caninos Laika, o uno de los más recientes, Snoopy el ‘astrobeagle’.
Hoy te contamos la historia del felino que viajó más allá de la Tierra.
El 1er gato que fue al espacio
Antes de que las organizaciones defensoras de los animales nos concienciaran -como sociedad- de la importancia de respetar la vida de otros seres vivos, era común que la NASA pensara en estas criaturas como primera opción para cualquier situación que representara un riesgo inminente. Normalmente escuchamos de los monos, tortugas e insectos que han enviado al espacio, quedando rezagados los favoritos del Internet: los gatos.
Para que su hazaña no quede olvidada en el polvo del tiempo, recordamos la historia Félicette, el primer gato que fue enviado al espacio en una misión del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES), en Francia, y que logró sobrevivir para volver a plantar sus garras en la superficie terrestre en el intento.
Su viaje comenzó el 18 de octubre de 1963. Francia no se permitió quedar atrás en las exploraciones interestelares, cuando ya los soviéticos y americanos se habrían labrado el camino hasta más allá de la estratósfera. Para cumplir con este propósito, reclutaron a Félix, un gato callejero, entrenado, que escapó curiosamente el mismo día del lanzamiento.
El equipo de científicos de la CNES rápidamente buscó quien sustituyera a su astronauta especial. Félicette, otra gatita que vivía deambulando por las calles, se encargó de ocupar su rol de inmediato, sin someterse a los entrenamientos que Félix tuvo que superar en un período de tiempo considerable.
Nadie creía que Félicette, el primer gato que fue al espacio, fuera capaz de regresar a la Tierra con todos los huesos completos. Sin embargo, el 24 de octubre vieron con asombro que el cohete Verónique AG1, abordado por la ‘Astrocat’, alcanzó una altura de 130 millas sobre el desierto del Sáhara argelino, por encima de la Tierra, sin estallar en miles de fragmentos.
El viaje había salido perfecto, contra todo aquello que lo convertía una misión imposible. A los 15 minutos de alcanzar esta altitud, la felina que se convirtió en ‘Astrocat’ de manera accidental, se encontraba preparada para descender en paracaídas y ser recibida como la nueva heroína de los viajes interestelares.
Lo más desafortunado es que poco se sabe sobre lo que ocurrió después con la pequeña Félicette, la gata que logró lo que Laika no pudo conseguir a bordo del Sputnik 2, el 03 de noviembre de 1957, sobrevivir. ¿Para qué sirvió su viaje? ¿Dónde fue a parar la gatita sustraída de las calles para ser lanzada a bordo de una nave con destino a horizontes poco explorados? ¿Cómo responder estas preguntas, si su hazaña quedó perdida en la memoria?
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