Desde hace unos días, los medios de comunicación se han hecho eco de una noticia cultural relacionada con la ciudad de Pompeya: se han abierto nuevas zonas al público. Entre ellas los frescos eróticos del lupanar de Pompeya ya se pueden visitar, junto con la casa de Marco Lucrezio Frontone y la de Obellio Firmo que contienen también interesantísimos frescos.
Los frescos eróticos del lupanar de Pompeya ya se pueden visitar
Aproximadamente 50.000 m2 de excavaciones de la ciudad de Pompeya se han abierto al público recientemente. El periodista Antonio Ferrara de La Repubblica de Nápoles ha informado de este acontecimiento. Se han reforzado estructuras y se han retirado apuntalamientos para que no existan riesgos y sean accesibles zonas que hacía años que no podían verse. Entre estos nuevos espacios visitables se encuentra el pequeño lupanar.
La palabra «lupanar» proviene de «lupa» que quiere decir «loba». En la antigua Roma a las prostitutas se las llamaba «lupas» y el lugar en el que trabajaban «lupanar». Entre los restos de Pompeya se han encontrado otros lugares en los que se ejercía la prostitución pero éste espacio conocido como el «lupanar» es el único cuya construcción ya fue diseñada con esta finalidad. Los frescos eróticos pueden verse desde la entrada, en la que recibía a los clientes un Príapo con dos penes en las manos.
El lupanar es un edificio de reducidas dimensiones en el cruce de dos calles poco importantes. Consta de planta y piso y tiene también una letrina. La planta baja estaba destinada a los clientes de las clases menos pudientes y constaba de un pasillo y cinco habitaciones en las que había un lecho. Sus paredes estaban decoradas con pinturas en las que se pueden ver diferentes posturas eróticas de manera totalmente explícita. No se sabe si los murales eran para publicitar lo que ofrecían las prostitutas o simplemente para aumentar la tensión erótica del cliente.
La planta superior estaba destinada a los clientes más acaudalados y gozaba de una entrada independiente a la que se accedía por una escalera. Ésta daba a una balconada en la que habían diferentes puertas por las que se entraba a las habitaciones de este piso. Eran más grandes y estaban más decoradas que las de la planta baja.
Las mujeres que ejercían la prostitución en este tipo de lupanar solían ser esclavas griegas o traídas de oriente. La recaudación que obtenían no les pertenecía, sino que era íntegramente de su amo, el dueño del burdel. Si quieres saber más sobre la prostitución en la Antigua Roma, quizá te pueda interesar leer el post: Tipos de prostitutas en la Antigua Roma.