Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis era austríaco. Austríaco y Judío. Había nacido en Freiberg, Moravia, pero a los 4 años se trasladó a Viena y cuando los nazis tomaron el poder estuvo en el punto de mira de la gestapo no tan sólo por judío, sino también por ser psicoanalista. En el último momento, pudo salir de Austria y vivir en Londres hasta su muerte. Acompáñanos a conocer como fue la relación de Freud y la Gestapo y cómo el psiquiatra judío se burló de los nazis.
Freud y la Gestapo
Viena fue la ciudad en la que Sigmund Freud vivió y en la que centró su actividad. En 1938, cuando Austria fue anexionada por la Alemania nacionalsocialista, fue declarado enemigo del Tercer Reich. El motivo era ser judío y además fundador de una escuela de psicoanálisis. Sus obras fueron quemadas por los seguidores del régimen de manera pública, en su puerta se colgó una esvástica, la gestapo le incautó la editorial alegando que tenía deudas pendientes y no había pagado sus impuestos, a él y su familia les retuvieron los pasaportes y les confiscaron el dinero en efectivo e incluso detuvieron a su hija para interrogarla en los cuarteles de la Gestapo y su hijo estuvo retenido más de 24 horas. Todo ello hizo ver a Freud que su vida en Viena había llegado a su fin.
Afortunadamente, era un personaje conocido internacionalmente que, además, tenía el apoyo de muchas personas ilustres y adineradas que habían pagado fortunas por ser atendidas en su consulta. En 1936 incluso el propio presidente estadounidense le había ofrecido asilo en su país, cosa que Freud rechazó ya que consideraba que los EE.UU. eran un «error gigantesco» y se quedó en Austria a pesar del avance del régimen nazi.
En 1938, Freud tenía ya 80 años y estaba enfermo de cáncer. Había llegado el momento de dejar Viena y se decidió por Londres para exiliarse. La princesa Marie Bonaparte, con ayuda de otros amigos de Freud y tras pagar una fortuna, consiguió sacarlo del país con sus libros, su sofá y su colección de arte. Eso sí, los nazis exigieron que firmara un documento en el que declaraba que había sido tratado «con todo el respeto y consideración debido a mi reputación científica y que podía vivir y trabajar en plena libertad». Si no lo firmaba, no podía salir del país.
Freud no tenía más remedio que firmar, pero haciendo gala de un excelente sentido del humor, decidió burlarse de los nazis. Tras rubricar el documento le añadió una frase: «Recomiendo encarecidamente la gestapo a todos». Los nazis, en su engreimiento, no vieron el sarcasmo que escondía la frase y le dejaron partir.
El temor a ser conducido a un campo de concentración por ser judío no era infundado, ya que cuatro de sus hermanas, que permanecieron en Viena, murieron en campos de concentración.
¿Conocías esta historia de Freud y la gestapo? ¿Te hubieras atrevido a incluir esa burla en el documento? Si quieres conocer más sobre Sigmund Freud, te invitamos a leer: 5 teorías muy controvertidas de Sigmund Freud.