Si tenemos en cuenta que estamos entrando en una nueva era digital con coches que funcionan solos, no debe sorprendernos que, a la hora de comprar un vehículo, nos ofrezcan una prueba de conducción virtual.

Los test drives virtuales permiten experimentar la sensación de conducir un coche sin tener que salir de casa. Esta tecnología es posible gracias a los avances de los simuladores informáticos y puede usarse con múltiples finalidades, como aprender a conducir o permitir que los fabricantes presenten sus últimos modelos.

Sin embargo, como ocurre con cualquier otro desarrollo tecnológico, hay gente que duda que esta experiencia virtual pueda llegar a imponerse.

Probar antes de comprar

El futuro de las pruebas de conducción

La idea de «probar antes de comprar» lleva existiendo desde los albores de la era comercial. Actualmente, los compradores disponen incluso de un derecho de desistimiento que les permite probar un producto durante un periodo concreto y devolverlo si no están satisfechos con él.

Se trata de una política que en la era moderna ha tomado diferentes formas. Por ejemplo, si te suscribes en un casino online, es habitual que te ofrezcan una pequeña cantidad de crédito para que pruebes sus juegos sin tener que invertir tu propio dinero.

De la misma forma, los periódicos online suelen ofrecer un periodo de prueba previo a la suscripción y hay tiendas que regalan muestras de sus productos para que los consumidores los prueben antes de comprarlos.

Aunque estas opciones ya nos parecen normales, las pruebas de conducción virtuales siguen siendo un fenómeno relativamente nuevo. Eso sí, poner lo último en tecnología de realidad virtual a disposición de los usuarios ofrece muchas ventajas.

Toda una revolución (o no)

La seguridad es uno de los aspectos más importantes de un vehículo, y las pruebas de conducción virtuales son seguras tanto para los compradores como para los concesionarios.

Desde la perspectiva del comprador, le permite disfrutar de la sensación de conducir un coche en un entorno seguro y controlado. Además, resulta muy útil para las personas que no tienen un concesionario cerca o que simplemente disponen de poco tiempo.

Los vendedores, por su parte, no deben preocuparse de los gastos que conlleva un test drive, tanto de combustible como de mantenimiento o reparación. Además, ahorran un montón de tiempo.

Además, los conductores pueden probar el coche en diferentes escenarios (carretera con curvas, autopista, ciudad) y en diferentes condiciones (sol, lluvia, viento). Ello les ofrece una mejor idea del funcionamiento del coche en cada situación y les ayuda a tomar una decisión más informada a la hora de comprar un coche.

Si se usan bien, las pruebas de conducción virtuales podrían revolucionar la manera de adquirir un vehículo nuevo. Eso sí, primero hay que derribar ciertas barreras.

No es real

pruebas de conduccion

Aunque probar el último modelo de Mercedes desde la comodidad del hogar puede parecer divertido, no es oro todo lo que reluce.

Y es que, evidentemente, no es una prueba auténtica: las pruebas virtuales no ofrecen con exactitud lo que se siente al conducir realmente un coche, ya que se limitan a una serie de movimientos concretos y no permiten disfrutar de todas las prestaciones del vehículo, como sí ocurriría con una prueba de verdad.

Los test drives virtuales están limitados también por la tecnología disponible: si tenemos una conexión a internet lenta o un equipo un poco viejo, la experiencia puede verse afectada y ofrecernos una visión distorsionada de la realidad.

Además, nos perdemos aspectos tan importantes como el olor, la comodidad y las sensaciones que ofrece el coche y que a menudo suelen tener un gran impacto en la decisión de compra. Probar un coche en una pantalla de ordenador no es lo mismo, y puede echar atrás a mucha gente.

El futuro está aquí

No sabemos si las pruebas de conducción virtuales supondrán una revolución, pero lo que es evidente es que acabarán formando parte del proceso de compra de un vehículo.

Con los avances tecnológicos, los test drives virtuales son cada vez más realistas y ofrecen una experiencia cada vez más inmersiva. Como consumidor, permiten hacerse una idea de las prestaciones de un vehículo sin tener que desplazarse a un concesionario.

Ahora bien, a los críticos no les falta razón: las pruebas de conducción virtuales nunca igualarán la sensación de sentarse al volante de un coche, y son muchas las personas que preferirán realizar una prueba in situ antes de dar el paso definitivo.

Es muy posible que las pruebas virtuales se usen en conjunción con las pruebas presenciales, a modo de solución híbrida, en lugar de sustituirlas por completo. El futuro puede pasar por sentarnos en el interior del coche y conducirlo a través de un simulador: de esta manera, experimentamos la sensación de conducirlo en primera persona sin necesidad siquiera de arrancarlo.

Sea como sea, lo que está claro es que las pruebas de conducción ya no volverán a ser lo mismo.