Según nos explican los expertos en buceo e inmersiones, el SS Thistlegorn y todo el escenario donde se sitúa su hundimiento es uno de los más bellos del mundo. Está encallado en el Mar Rojo, un carguero que encontró la fatalidad un 6 de octubre de 1941 y cuya entrega de suministros al ejército británico nunca pudo llevarse a cabo.
Si nos acompañas en esta inmersión, podrás descubrir todo lo que aún se halla en estos vientres oxidados y enredados por limo y algas, ahí donde centenares de peces tienen ahora su hogar.
El carguero de guerra SS Thistlegorn
El SS Thistlegorm fue construido en 1940 por Joseph Thompson & Sons en Sunderland. Su finalidad era la de servir como carguero de guerra para la armada británica en la Segunda Guerra Mundial. ¿Destino? El Mediterráneo, punto conflictivo donde la aviación alemana y la flota italiana ejercían casi por completo su dominio en aquel momento y donde las fuerzas del Eje alzaban, a duras penas, sus defensas para intentar retomar el control en una zona tan estratégica.
Rommel se disponía ya a llegar con su magnífico «África Korps» hacia Egipto y el Canal de Suez, algo que a largo plazo podía suponer que acabaran dominando también la vía de entrada hacia Irán e Irak y, con ello, el control del petróleo y la ruptura de las comunicaciones de Inglaterra con sus colonias. Se necesitaban, pues, recursos -materiales bélicos, armas y dispositivos- mediante los cuales dominar el Mediterráneo y disponer de ese control que tanto necesitaba Churchill para sus objetivos. De ahí que la partida de este tipo de cargueros como el SS Thistlegorm fuera habitual.
Nuestro barco disponía de unas dimensiones de 128 metros de eslora y 18 metros de manga, un gigante capaz de llevar en su interior unas 5000 toneladas, utilitarios militares y bélicos que transportar, rodeando el continente africano para aportar a su ejército desde depósitos de agua, armas, botas, uniformes, toda clase de munición, tanquetas, locomotoras, camiones, motocicletas, alas de repuesto para los Spitfire…
El hundimiento del Thistlegorm
Fue la noche del 6 de octubre de 1945. El SS Thistlegorm llevaba ya unos 20 días anclados esperando una autorización para cruzar el canal y poder llegar así a su destino, Alejandria. Los soldados iban a menudo a descansar al centro de la ciudad, a sus zocos y bares, mientras efectuaban rotaciones de guardia tal y como les indicaba su capitán. La razón por la que debían aguardar era porque el tráfico naval por el canal de Suez era enorme, además de peligroso.
La Luftwaffe sabía de la necesidad de los británicos por obtener su material de guerra, así que los bombardeos eran muy habituales. Además, durante aquellos días el canal estaba bloqueado por dos barcos bombardeados que habían colisionado, haciendo la navegación casi imposible. Pero aquellos 20 días de espera y de prudencia fueron quizá un error, porque los alemanes no tardaron en recibir el aviso de que había un carguero anclado en la zona. Así que la noche de un 6 de octubre del 41, dos bombarderos Heinkel he 111 dejaron caer sus bombas.
Una de ellas alcanza la bodega donde estaba la munición, algo fatal que propicia al instante que el carguero se parta por la mitad y se hunda. Y con él, la vida de vida de nueve de los cuarenta y cuatro marinos que llevaba a bordo el SS Thistlegorm. Una tragedia.
El descubrimiento del SS Thistlegorm
Fue en 1956, cuando Jaques Cousteau, abordo del Calypso, inició la búsqueda del famoso carguero. Cuenta la historia que fue un acto casual, al fijarse en cómo pescaban unos hombres. Sus puntos de amarre eran el propio mástil del SS Thistlegorm. Cousteau se llevó la campana, una de las motocicletas y la caja fuerte del capitán como prueba. Además de ello hizo un famoso documental titulado: “El Mundo del silencio”.
Sin embargo, se negó durante décadas a revelar la situación exacta del carguero. La leyenda urbana afirma que el propio gobierno británico contrató tal vez al propio Cousteau para buscar el SS Thistlegorm con el fin de recuperar el oro que se hallaba en una de las bodegas. Este oro se habría intentado utilizar para sufragar los pagos de abastecimientos de los militares británicos a los proveedores locales. Pero, como decimos, es sólo una leyenda infundada que no se ha podido demostrar. Lo que sí podemos contrastar, es la belleza submarina que dicho hundimiento nos ha dejado… todo un mundo a descubrir.