¿Está el ser humano programado para sentir placer o es una costumbre adquirida? La respuesta puede ser muy sencilla y al mismo tiempo un poco complicada. El profesor de Neurociencia en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y autor de un libro llamado «El compás del placer», David Linden, nos da algunas pistas al respecto.

La ciencia del placer: ¿genética o costumbre?

La sustancia química 3,4-dihidroxifenilalanina o como es más popularmente conocida, dopamina, forma parte crucial del placer que siente el ser humano. Aunque todavía hay muchas preguntas sin respuesta, sí se sabe que esta sustancia le envía señales a las demás células nerviosas del cerebro.

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También se ha descubierto que en la medida en que aumenta la dopamina la persona siente más placer, en cambio si se bloquea dicha sustancia desaparece la capacidad de sentir placer.

En este sentido, el profesor, David Linden, explica para la BBC lo siguiente:

«Hay algunas de las cosas que nos gustan porque estamos programados para que nos gusten, como consumir alimentos, tomar agua y tener relaciones sexuales(…)Hay otras cosas que aprendemos a disfrutar. Por ejemplo, mientras que estamos programados para que nos guste el dulce, las preferencias personales están determinadas más que todo por la experiencia individual, el aprendizaje, la familia, la cultura: todas las cosas que nos hacen individuos»

Linden señala que el hombre es el único mamífero que aprende con el tiempo a disfrutar ciertas cosas para las que un principio no estaba programado. Lo cierto es que ante cualquier tipo de placer, ya sea comida, música, belleza, paisajes, sexo, se activa la misma parte de nuestro cerebro. La neuroestética, Samir Zeki, de la University College de Londres, explica:

«Si uno piensa en el placer que nos da la comida, se siente muy distinto al placer de la música. No obstante, toda la información indica que probablemente no deberíamos guiarnos por nuestras experiencias: las señales eléctricas en regiones específicas del cerebro son las mismas»

Lo cierto es que el hombre está programado para sentir placer, el cual, sin importar el tipo, activa la misma parte del cerebro. Por otra parte, no se puede negar que la cultura y crianza influyen en los gustos de la persona a lo largo de su vida.

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Así que por un lado tenemos la dopamina, una sustancia química que es producida por las células del cerebro y por otra parte, tenemos un entorno cultural que determina muchos de nuestros gustos.

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