Todos nosotros en más de alguna ocasión nos hemos dejado llevar por las etiquetas y rótulos de los alimentos. «Patatas light», «Galletas bajas en calorías», «Leche que reduce el colesterol»… ¿Cómo no hacerlo? Los consumidores tenemos una amplia gama de necesidades y las industrias alimenticias, sabias y ansiosas por abrir nuevos mercados, sacan cada día nuevos productos para tentarnos, para hacernos caer.
Pero ¿Es todo tan saludable como nos presentan? ¿Suelen decirnos las etiquetas toda la verdad sobre lo que nos ofrecen?
Cuidado con los asteriscos en los etiquetados
Estamos acostumbrados a ver multitud de alimentos en nuestros supermercados que nos hablan de sus grandes virtudes: yogures que fortalecen nuestro sistema inmunitario o que reducen el colesterol, mantequilla light, leche con cacao que evita el estreñimiento… maravillas varias que nos convencen para introducirlas en nuestro carrito de la compra.
Expertos en nutrición, como José Manuel López Nicolás, profesor de la Facultad de Biología de Murcia y autor del galardonado blog divulgativo «Scientia», nos dicen que desconfiemos de todas esas etiquetas que nos hablan de sus grandes propiedades saludables. ¿La razón? Aquí tienes algunos datos al respecto:
- Hemos de tenerlo claro, para que una etiqueta consiga la aprobación de «saludable», debe tener en su composición alguna sustancia capaz de producir dichos efectos: reducir colesterol, elevar defensas…. El organismo encargado de otorgar dicha alegación es la Agencia Europea de Seguridad Alimenticia (EFSA). Puede que te sorprenda, pero si este año le han enviado cerca de 2.300 productos a valorar, solo el 11% ha conseguido la certificación de «saludable». El resto no, pero, aún así, se comercializan.
- Entonces, ¿cómo puede ser que se comercialicen si no son realmente saludables? ¿Cómo puede ser que nos vendan productos que dicen ser light o que reducen el colesterol y que en realidad no lo hacen o no lo son? Sencillamente porque disponen de una «mínima» cantidad de ese elemento que dice hacerlo.
- Pongamos un ejemplo. Nos compramos un yogur porque dice contener vitamina B6. Su etiqueta me convence de que elevará mis defensas y que evitará que me resfríe este invierno. He de confiar, puesto que la EFSA ha permitido que salga al mercado. ¿Me dará resultado? En absoluto. Ese yogur contiene en realidad muy, muy, poca vitamina B6. Sin embargo, con un simple plátano obtengo el triple de vitamina B6. Nadie puede denunciar a los fabricantes de ese yogur porque, aunque no sea capaz de fortalecer mi sistema inmunológico, sí contiene una milésima parte de ese componente que podría ayudarme. Sorprendente, ¿no es así?
Los poco saludables «alimentos light»
La industria de los alimentos light es todo un universo a descubrir y a analizar con lupa. Debemos recordar o al menos tener en cuenta, que al comprar un producto light no significa que haya una completa ausencia de grasas, ni aún menos que podamos cometer excesos con ellos.
Como dato interesante pongamos el caso de las bebidas de cola light. Varios estudios, como el reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios de Chile (ODECU), llegaron a la conclusión de que las bebidas light o cero en calorías de cierta marca muy conocida pueden engordarnos casi tanto como la normal. Sus calorías superan en mucho el límite del 20% establecido por el Reglamento Sanitario de Alimentos.
Otro aspecto interesante es el de las patatas light o el queso de untar light. No te dejes llevar por las grandes etiquetas del paquete, dale la vuelta y analiza los valores nutricionales. La letra pequeña. Descubrirás que siguen conservando un alto nivel de grasa o que, simplemente, se compensa añadiendo lípidos.
Un riesgo, que se ha descubierto recientemente, es el de los edulcorantes artificiales, esos que aparecen en la mayoría de nuestras etiquetas nutricionales y que sustituyen a la sacarosa. Hace poco se publicó en la revista Nature un análisis llevado a cabo por el Instituto Weizman y dirigido por el israelí Eran Elinav. ¿Qué nos decían sobre los famosos edulcorantes? Que alteran el equilibrio bacteriano del sistema digestivo, que elevan la glucosa en sangre y que pueden propiciar la aparición de diabetes. Una auténtica bomba de relojería…
¿Lo mejor? Alimentos siempre naturales y no envasados
¿Sabes cuántos conservantes y elementos químicos llegan a tener todos esos alimentos envasados que consumimos diariamente? Demasiados, pero lo cierto es que nos hacen la vida fácil. Para desayunar es mucho más sencillo, por ejemplo, abrir un zumo envasado que comernos una pieza de fruta natural.
En realidad, nos conviene encontrar un equilibrio entre una cosa y otra, sin olvidar nunca el placer sencillo de cocinar alimentos frescos, de sentir el estallido de una naranja natural en nuestra boca, de hacer nuestros propios pasteles, sin edulcorantes y artificios. Tu salud te lo agradecerá y puede que tu bolsillo también.
¿Te animas? ¿O eres quizá un adicto a la comida envasada?