El interés por los seres extravagantes, a veces un tanto morboso, parece ser tan antiguo como la humanidad misma y ha quedado registrado por la presencia de personas de aspecto físico llamativo en las cortes de reinos e imperios asiáticos, europeos y hasta americanos.
En el cine esta fascinación ha quedado literalmente grabada en una película considerada como un clásico del cine mundial, Freaks, conocida en español como El desfile de los monstruos, una realización de 1932 en la que aparece uno de estos extraordinarios personajes, conocido como el hombre oruga.
El Príncipe Randian: el hombre oruga que viste en la película Freaks
Se desconoce el nombre real del Príncipe Randian (1874-1934) que, aunque de origen hindi nació en Demerara, actual República Cooperativa de Guyana, sin brazos ni piernas. Aún así prosperó, vivió en algunas islas del Caribe, y en 1899 un productor de espectáculos, P.T. Barnum, lo llevó a Estados Unidos y desde entonces mostró sus habilidades en presentaciones circenses, donde llegó a ser conocido como el hombre oruga, el torso viviente, la serpiente humana y la máquina humana de hacer cigarrillos, entre otros apodos o nombres artísticos.
El acto de Randian era aparentemente muy sencillo: armar un cigarrillo con tabaco y papel de enrolar y luego sacar un fósforo de su caja y encenderlo. Intenten hacerlo sin usar las manos y entenderán y experimentarán en primera persona por qué era tan admirable el espectáculo del hombre oruga. El apelativo de oruga también era debido al traje ajustado al cuerpo y con rayas que usaba en sus presentaciones; y el de gusano por el modo cómo contorsionaba el cuerpo para desplazarse.
Fue este mismo acto el que el Príncipe Randian ejecutó en la célebre película de Tod Browning, Freaks (La parada de los monstruos en España y Fenómenos en Hispanoamérica), apenas dos años antes de su muerte.
Randian tuvo esposa y fue padre de 4 hijos sanos, descrito por quienes lo conocieron como un hombre bondadoso e inteligente, que dominaba al menos cuatro idiomas (hindi, inglés, alemán y francés). Pintaba y escribía usando la boca, con la que tomaba la pluma y el pincel, se afeitaba sin ayuda y tuvo una vida bastante plena a pesar de la falta de extremidades. Pasó sus últimos años en Paterson, Nueva Jersey, donde murió a causa de un infarto, poco después de haber ejecutado su acto de liar y encender un cigarrillo.
Más allá de la apariencia, el Príncipe Randian es otro testimonio de lo que un ser humano es capaz de superar cuando está decidido a vivir, no sólo a sobrevivir.
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