¿A quién no le gusta la leche? Los batidos con frutas, con chocolate, con un poco de café o al natural… sencillamente deliciosa. Y hasta no hace mucho los médicos y nutricionistas exaltaban sus beneficios y la necesidad de beber al menos tres vasos de leche al día. Pero desde hace unos tres años las cosas están cambiando. Tanto es así que casi existe un consenso entre la comunidad científica que nos advierte de que tal vez no sea tan saludable. Alergias, malas digestiones y diversos problemas de salud están poniendo en tela de juicio ese habitual vaso de leche que tomábamos en nuestras meriendas.
Los riesgos y beneficios de la leche
La leche es rica en carbohidratos, fósforo, potasio, calcio o vitaminas A, C y B12. Pero sus proteínas proceden de los animales y suelen acarrear diversos problemas de salud para los humanos. Son muchas las personas intolerantes a la lactosa, y muchas las que indican que, sencillamente no les sienta bien. Es por ello que recientemente se ha llegado a una conclusión: la leche es para los lactantes, no para los adultos.
Hace poco, el presidente del Physicians Committee for Responsible Medicine, Neal Barnard, decía en el «The New York Times» que la leche y sus derivados lácteos disponen de demasiadas grasas saturadas. Si la consumimos en exceso podemos llegar a sufrir diabetes de tipo 1. Otro dato bien llamativo es que este mismo organismo está concienciando a la administración americana de que la leche debería retirarse de los comedores escolares, al menos para niños mayores de ocho años. Es entonces cuando empiezan a surgir las alergias y las intolerancias, algo que según este lobby debería tenerse en cuenta.
Es cierto que la leche nos aporta calcio, pero la verdad es que existen muchos otros alimentos que nos aportan mayor cantidad de este mineral que la leche, como es el caso de los frijoles o garbanzos, el tofu, el brócoli, la col rizada, los cereales o el zumo de naranja. Y es que el principal problema radica en que nuestros intestinos no suelen ser capaces de digerir la totalidad de la enzima lactasa que posee la leche. Este elemento de origen animal resulta poco saludable para una de cada tres personas.
Otro aspecto a tener en cuenta son los aditivos químicos. Es posible que hace unos años la leche fuera mucho más saludable que ahora. Hoy en día, las explotaciones de ganado usan habitualmente piensos para alimentar a las vacas, un alimento que está en realidad saturado de hormonas de crecimiento, antibióticos, y de otros aditivos que le dan un aspecto más blanco, apetecible y cremoso. Sorprendente ¿verdad? Todo ello, además de producirnos intolerancia, nos ocasiona por ejemplo diversas inflamaciones, alergias e incluso acné.
Tal vez te haya sorprendido el siguiente dato. Es por ello que te invitamos a conocer más y a ampliar tu información a través de Internet y por supuesto, de tu médico. No pasa nada si consumimos un vaso de leche al día, por ejemplo, pero siempre será más recomendable sustituirla por las llamadas leches vegetales, tales como las de avena, almendras, nueces e incluso arroz. Y si sigues siendo un irremediable fanático de la leche, busca que sea al menos la más natural, la que menos aditivos disponga. Así que ¿Qué tal si adoptamos una vaca y la alimentamos del modo más orgánico posible?