Estarás de acuerdo con nosotros en que los perros, los gatos, los conejos e incluso las cobayas, nunca podrán ser comparados con el frío corazón de un robot que debe conectarse regularmente a una red eléctrica para recargar su batería. Ahora bien, en esta era donde lo tecnológico forma ya parte íntima de nuestro día a día, son muchos los que no descartaron en su momento incluir en su hogar a estas mascotas robóticas, a esos perros que Sony imaginó en 1999, y a los que llamó «Aibo».
Tuvieron éxito y fueron varias las personas que no dudaron un segundo e incluirlos como un miembro más de la familia. De hecho, en las últimas versiones llegaron a publicitarse bajo el reclamo de que los Aibo eran capaces de desarrollar su propia personalidad.
No obstante, en 2006 Sony dejó de fabricarlos por diversas razones que pasamos seguidamente a explicarte, y fue hace solo unos meses, en marzo de este año, cuando se celebró un funeral por los últimos 19 perros robot en el templo de Kofuku-ji, en Tokio, donde se les honró con las ceremonias budistas más clásicas, dando por sentado que estas simpáticas criaturas de metal, tenían alma.
¿Soprendido/a? Te aportamos más datos a continuación.
El adiós a los últimos «Aibo»
Los Aibo salieron al mercado en 1999. Sony los comercializó con todos los honores dando la oportunidad a todo aquel que lo deseara (y pudiera pagarlo) de adoptar una mascota artificial, de ahí la propia palabra «Aibo». Los simpáticos perros artificiales causaron un gran impacto. Tenían carácter, personalidad propia y las últimas generaciones tenía incluso voz. Cabe decir que nada más salir al mercado, se adquirieron cerca de 3.000 unidades durante los primeros 20 minutos, a pesar de tener un coste de unos 1.850 euros.
En total se vendieron unos 150.000 Aibos. Y no, no es mucho. El coste de producción era muy elevado, y a la hora de comprarlos, los consumidores optaban siempre por versiones más económicas aún ofreciendo menos prestaciones. Y fue aquí donde vino el auténtico problema: los preciosos Aibo no eran rentables y Sony ordenó detener la producción en el 2006. Ahora bien… ¿Y qué ocurría con esas familias que ya habían adoptado a su Aibo y era un compañero importante en la casa? ¿Qué ocurría si su perro robot se rompía o perdía alguna pieza? Curioso pero cierto, fue entonces cuando Sony puso en marcha «Aibo Clinic» que prestó servicios hasta bien entrado el 2014.
Puede que te sorprenda, pero muchas personas cogieron auténtico cariño a sus mascotas de metal. Hideko Mori, por ejemplo, una jubilada de 70 años, se asustó mucho cuando su Aibo se desmayó. Según ella, no pensaba que la vida de su robot fuera limitada, así que pidió ayuda a Sony, descubriendo con terror que la empresa había cerrado su asistencia «clínica». No obstante, se la puso en contacto con antiguos ingenieros del Aibo, que pudieron salvar a su pequeño amigo para que volviera a formar parte de su vida. Según uno de los directivos de Sony, Aibo tiene «alma y personalidad» para sus dueños, de ahí que se les quiera, y que muchos teman que llegue un día en que sus pequeñas criaturas, ya no puedan ser reparadas ya que no existirán piezas para ellos.
El pasado mes de marzo se celebró en Tokio el funeral por 19 Aibos de generaciones más antiguas que ya no pudieron ser arreglados. Puesto que habían formado parte de la vida de varias familias, se decidió oficiar una ceremonia con todos los honores, como si de verdad tuvieran alma. Como seres que durante un tiempo, limitado, fueron capaces de aportar felicidad y cariño a quienes formaron parte de su vida.
Encantador ¿No crees?