Las costumbres de las diferentes culturas son siempre interesantes. Egipcios, Griegos y Romanos han dejado abundantes huellas de lo que acontecía en sus sociedades. La sexualidad formaba parte de el día a día y tenemos suficientes vestigios para saber como era tratada. Debido a que los matrimonios eran arreglados por las familias, no era extraño que el varón tuviera una frecuente actividad sexual fuera del hogar. Es curioso conocer la normalizada prostitución en la Grecia Clásica.
La prostitución en la Grecia Clásica
La legislación griega reprobaba que un varón tuviera relaciones fuera del matrimonio con una mujer libre, pero no veía nada malo en que lo hiciera con prostitutas o que introdujera en su hogar una concubina. La excepción es la sociedad espartana. En ésta no se han encontrado testimonios de algo parecido a la prostitución. Los expertos opinan que posiblemente se debía a que no utilizaban el oro ni metales preciosos como moneda, sino unas piezas de hierro que nadie quería fuera de Esparta. Por eso, difícilmente a ningún proxeneta se le ocurriría instalar su negocio allí. Sí existió, en la época clásica, la figura de la hetera de la que hablaremos más adelante.
La prostitución era un negocio legal y que reportaba muchos beneficios e incluso se pagaban impuestos. Era ejercida sobre todo por hombres jóvenes y mujeres de diferentes edades. Las prostitutas se distribuían en dos grupos diferentes según su categoría: las pornai y las heteras.
Las pornai, que quiere decir «vendida», solían ser esclavas que trabajaban en las zonas portuarias y pertenecían a un proxeneta, que recibía el nombre de «pornoboskós» . En esa época cuando había una guerra, el vencedor se quedaba con todo, incluidas las personas, que vendía en el mercado de esclavos. Posiblemente muchas de esas mujeres esclavas provenían de ahí. Solían trabajar en un burdel y éstos estaban situados en las zonas de más tránsito, como los puertos.
Dentro de las heteras, nombre que deriva de «hetaíra» que quiere decir compañía, existían a su vez dos grupos muy diferenciados. Uno eran las prostitutas independientes, mujeres que ejercían sin estar sujetas a un proxeneta. Pagaban sus impuestos y solían ser esclavas liberadas, viudas o mujeres que no tenían otra manera de ganarse la vida. Para busca clientes solían pintarse de manera excesiva y algunas llevaban un mensaje en la suela de su sandalia, que quedaba marcado en el polvo o arena del suelo, y decía: «sígueme». El segundo grupo de heteras era el de más categoría, comparables a la geishas japonesas, pero incluyendo el servicio sexual. Participaban en reuniones de hombres y eran mujeres cultas y muy bellas. A las heteras les estaba permitido el administrar sus propios bienes. Hay heteras que se hicieron famosas como Friné que fue modelo de Praxíteles o Aspasia amante de Pericles. Muchas de ellas consiguieron reunir grandes fortunas.
Existió en Grecia, aunque no de forma común, la prostitución sagrada. Solían ser ofrendas a un templo, en forma de mujeres, que eran dedicadas a la prostitución. También tangencialmente, se habla en diferentes textos de mujeres para mujeres (prostitutas lésbicas) o de una figura similar al «gigoló». Lo que si era una práctica habitual era la prostitución de jóvenes y adolescentes. Eso sí, cualquier tipo de prostitución era regulada y el estado cobraba sus impuestos.
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