Egipto es una de las naciones más alucinantes del planeta. Enclavada entre el noroeste de África y el Medio Oriente, sus principales ciudades albergan algunos de los monumentos más valiosos de la historia universal. Es el caso de las milenarias pirámides de Guiza y la Gran Esfinge, en los bordes del río Nilo. Faraones y Reinas como Tutankamon y Hatshepsut, y sus misteriosas momificaciones, han capturado el interés de miles de científicos en diferentes generaciones. Pero entre los personajes del Antiguo Egipto, la Reina Ahhotep es uno de los más interesantes.
Ahhotep fue protagonista de una de las eras más importantes y conmocionadas del Antiguo Egipto. Su reinado se ubicó a finales de la Dinastía XVII y comienzos de la XVIII. Fue quien guió los destinos de Egipto durante los años en que su hijo, el Faraón Ahmosis I, era menor de edad. Conocida como la Reina de la Libertad y la Reina Guerrera, esta mujer marcó una pauta imborrable en la historia egipcia y universal. Acompáñanos en Supercurioso a conocer la historia de la Reina Ahhotep.
¿Quién fue la Reina Ahhotep?
Sobre la Reina Ahhotep se sabe que nació en el seno de la familia gobernante de la ciudad de Tebas. Hija del príncipe Senajtenra Taa y de su esposa Tetisheri, se cree que vino al mundo entre los años 1585 y 1575 a.C. Su ciudad natal era uno de los principados más alejados de Menfis, región desde la que el Faraón dominaba Egipto. Todos los principados que integraban la civilización egipcia para aquel momento dependían en mayor o menor medida de Menfis, de la dinastía XV, que estaba conformada por un pueblo asiático que había invadido Egipto sesenta años atrás, los hicsos.
Al morir el padre de la Reina Ahhotep, esta se vio obligada a casarse con su hermano mayor, según indicaban las costumbres de la época. Fue así como ella, junto a su ahora marido y ocupante del trono de Tebas, Seqenenra Taa, empezaron a urdir una rebelión. La pareja real, asesorados por Tetisheri, la madre de ambos, y sumando un consejo de militares, nobles, sacerdotes y escribas, fueron dando forma a un plan rebelde que les permitiera expulsar a los hicsos de su territorio.
Los rumores sobre la rebelión de Tebas llegaron pronto a los oídos del Faraón Menfis, quien envió al principado una comitiva hicsa, exigiendo que fuesen sacrificados los hipopótamos sagrados del templo de Amón, pues sus bramidos interferían con el sueño del Faraón, que vivía a cientos de kilómetros de allí. La provocación fue respondida. El Rey Seqenenra Taa, apodado El Bravo, salió a la cabeza de un ejército, con el objetivo de liberar a Egipto del yugo hicso. La Reina Ahhotep quedó a la cabeza de la corte en la ausencia de su marido, asumiendo el gobierno con un temple y entereza que sería reconocido por todos.
¿Cómo fue la liberación de Egipto?
Si bien el Rey Seqenenra Taa luchó valientemente, el ejército hicso lo derrotó con fiereza. Su momia, encontrada mucho tiempo después, refleja que es probable que haya muerto en batalla, a causa de graves heridas. Al enviudar, la Reina Ahhotep, lejos de replegarse, asumió una posición protagónica tanto en el gobierno como en la rebelión. Para no perder los pocos avances logrados en contra de los hicsos, coronó a Kamose, su hermano menor, como el nuevo Rey, aunque sería ella quien seguiría llevando la voz cantante.
Kamose partió entonces a una nueva lucha, combatiendo en el norte y en el sur hasta lograr de nuevo el control de Menfis. Las batallas duraron tres años continuos y Tebas parecía tener ganada la guerra. Sólo faltaba por conquistar un último bastión: Avaris. Fue justo en esa etapa cuando, por heridas de combate o por enfermedad, Kamose murió. La Reina Ahhotep, que se había encargado del control político de Tebas mientras el rey luchaba, nombró entonces a como rey al único varón que quedaba en la familia, el hijo que había tenido con Seqenenra Taa. Ahmose fue coronado como nuevo rey y fundador de la dinastía XVIII, pero tan sólo tenía diez años.
Fue entonces cuando la Reina Ahhotep asumió la regencia sin necesidad de incorporar un consejo de gobierno. Fue ella quien dirigió desde Tebas el asedio a Avaris, y logró gobernar con maestría y seguridad un Egipto fragmentado y al que había que reconstruir por completo. Con sabiduría cuidó del pueblo egipcio y cuando su hijo llegó a una edad adecuada para asumir el poder, le cedió el trono. Ahmose acabó sin mayores obstáculos con los últimos reductos hicsos, y al fin se cumplió el sueño de su padre, el de un Egipto libre.
La Reina Ahhotep vería como orgullo como su hijo inauguraba el Imperio Nuevo Egipcio, la etapa más brillante y esplendorosa de toda la historia de esta cautivante región. Ya adulto, Ahmose reconoció el valor y la sabiduría con la que su madre llevó las riendas de su civilización, sin perder jamás el norte de alcanzar la libertad. Así fue que la condecoró en una bella ceremonia con el mayor galardón militar posible: tres grandes moscas de oro que pretendían reconocer sus sacrificios y su inteligencia.
El tesoro escondido de la Reina Ahhotep
La Reina Ahhotep heredó a su hijo un Egipto muy distinto a aquel en el que había nacido. Luego de transferirle el poder, se retiró al templo de Karmak, donde vivió muchos años más, hasta que falleció, ya muy anciana. Fue enterrada en la necrópolis familiar de Dra Abu el-Naga. Fue justo allí donde, en el año 1859, fue hallada su tumba. Su sarcófago y su momia reposaban en el interior, junto a muchos objetos de su ajuar. Por la ansiedad e imprudencia de los exploradores, abrieron el sarcófago, dañando la momia, que quedó reducida a polvo.
Sin embargo, el enorme tesoro que se conservaba como parte de su ajuar, pudo preservarse. Se encontraron en la tumba de la Reina Ahhotep valiosas joyas con piedras de lapislázuli, piedras semipreciosas, un puñal de oro puro y las legendarias moscas de oro que recibió como galardón militar de honor. También se hallaron piezas con los nombres grabados de Kamose y Ahmose. Un magnífico brazalete con forma de un buitre de alas abiertas y de los más brillantes colores, coronaba la exquisita colección de joyas que conformaban el tesoro de la Reina Ahhotep.
La extraordinaria belleza y el valor de estas piezas históricas, las hicieron apetecidas por muchos. En el año de 1867 fueron enviadas a la Exposición Universal de París, en donde permanecieron hasta ser trasladadas al lugar al que siempre han debido pertenecer, el Museo de El Cairo, donde hasta la actualidad se exhiben como piezas de joyería extraordinarias, que son una muestra fiel de la historia egipcia.
Las curiosidades del Antiguo Egipto nos revelan el poderío de una civilización que alcanzó niveles de desarrollo extraordinarios, y cuya cultura enigmática y plagada de misterios, sigue protagonizando las pasiones de investigadores y aficionados alrededor del mundo. Sus fantásticas pirámides, su concepción de la vida después de la muerte, su veneración a los gatos, sus particulares técnicas de momificación y las amplias libertades y autonomía de la que gozaban sus mujeres, son solo algunos de los ejemplos de que Egipto es una región que marcó la historia, y que bien vale la pena explorar.