Podemos decir sin exagerar, que las peores historias de terror, son aquellas que acontecen en nuestro día a día. Las reales. Ésas que nos dan testimonio directo de hasta qué punto llega la maldad humana. Cuotas de auténtica malignidad en la cual, lo acontecido en los orfanatos de Quebec entre 1936 y 1959, nos ofrece un un claro ejemplo.
Hemos de advertir en primer lugar que el relato de esta historia no es fácil de asimilar, que hay datos demasiado impactantes y que, seguramente, terminarás de leer el artículo con una inquietante sensación. No obstante, hechos como lo sucedido con los huérfanos de Duplessis debe saberse, en especial porque todavía hay muchos supervivientes de aquella barbarie, que esperan una justificación.
Acompáñanos en este relato del horror sucedido en Canadá.
Maurice Dupleiss, el infame primer ministro de Quebec y sus orfanatos para enfermos mentales.
Estamos en 1936, unos años donde ser madre soltera, no estaba bien visto y en los que, lejos de recibir alguna ayuda, toda mujer corría el riesgo de quedar estigmatizada. ¿Cuál era entonces la solución? Ofrecer a sus criaturas a los numerosos orfanatos que se extendían en todo Canadá. No obstante, los de Quebec eran «especiales», por no decir siniestros.
Maurice Dupleiss fue el Primer Ministro de Canadá a lo largo de dos legislaturas. Era un hombre ambicioso, frío y de escasos escrúpulos que buscó ante todo, una sola finalidad a lo largo de sus mandatos: enriquecerse, y lo hizo del modo más escabroso posible. A través de los niños. Dupleiss era de Quebec, de ahí que la mayoría de ayudas sociales e inversiones, se centrarán en su ciudad de origen, y para ello, fijó su atención en un ámbito muy concreto: los orfanatos.
Los huérfanos de Duplessis
Gracias a sus políticas ultraconservadoras toda mujer que se quedara embarazada sin estar casada, se convertía poco más que en el peor eslabón de la sociedad canadiense, de ahí que durante su mandato el número de niños ingresados en orfanatos se elevara gradualmente. Y ello era muy beneficioso para él. Pero, ¿de qué modo? Te preguntarás. La estrategia era verdaderamente siniestra. El gobierno central invertía una parte muy destacable del presupuesto en los centros psiquiátricos y en esos centros infantiles, donde se derivaban a los niños con problemas mentales.
Ahora bien, Quebec albergaba en sus orfanatos mayoritariamente niños sanos, lo cual, no era beneficioso. ¿Solución? Falsear informes, valoraciones y pruebas diagnósticas, derivando así a niños normales a centros psiquiátricos. Para ello contaban con la ayuda de renombrados miembros de la Iglesia Católica, puesto que eran ellos quienes administraban los centros para enfermos mentales.
La estrategia era muy clara: eran ellos quienes se quedaban con toda esa financiación que se enviaba desde el gobierno central a dichos psiquiátricos infantiles, y para ello, no dudaban en lastimar a los niños. En convertirlos en auténticos enfermos. Se practicaron lobotomías, sesiones de electroshock, lo que fuera para que ante cualquier inspección que pudiera llegar, vieran de verdad niños enfermos, niños en estado vegetativo, niños a los que les estaban quitando la vida.
Se sabe que fueron cerca de 21.000 criaturas las que pasaron por los llamados orfanatos de Dupleiss, que fallecieron miles de ellos y que lejos de enterrar a todos esos niños a los que sacrificaban, se enriquecían aún más con sus cuerpos, puesto que después, vendían los cadáveres a las Universidades de Medicina para que experimentaran con ellos. Cuesta de creer, no hay duda.
¿Y cómo terminó todo esto, todo el horror de los huérfanos de Duplessis? Te preguntarás. Maurice Dupleiss falleció en 1959 por un derrame cerebral, momento en el que se destapó toda aquella tragedia. Niños sometidos no solo a experimentaciones, sino muchos vejados también sexualmente, una infamia que destapó la culpabilidad de toda una élite política y eclesiástica. Ahora bien, todos los juicios no empezaron hasta llegados los años 90, es decir, 30 años después. De aquellas 21.000 criaturas, solo 3.000 quedaron con vida, y son muchos de ellos los que a día de hoy, siguen esperando su juicio, su indemnización… Y una palabra de perdón, por lo que muchos consideran un auténtico holocausto.
Si te ha impactado esta historia sobre los huérfanos de Duplessis, conoce también el terrible experimento «Monstruo».