Que Édouard Beaupré era un gigante nadie lo podía dudar. Sus 2,52 cm así lo atestiguaban. Ahora bien, a pesar de su imagen rotunda o amenazante, lo que casi nadie sabía era que fue un hombre culto, y de carácter sereno, amable. Su mirada tranquila cautivó a gran parte de las personas que lo conocieron.
Y quizá por ello, nos sorprende el triste final que este gigante canadiense y estrella de los circos de la época tuvo, cuando la muerte llegó de modo precipitado a su vida.
Hoy en Supercurioso te invitamos a conocer la historia de uno de los gigantes más famosos de nuestra historia: Édouard Beaupré.
El gigante de Canadá
Édouard Beaupré nació en Willow Bunch, Canadá, y era ni más ni menos, que el mayor de 20 hermanos. Se tienen registros de que cuando llegó a los 9 años tenía una altura de 1.85 cm, y a los 11, sobrepasaba los 2 metros. Increíble, sin duda.
No se tiene ningún diagnóstico sobre cuál era su enfermedad, pero se sospecha que debía tener alguna alteración en la glándula del crecimiento. Lo que sí se sabe es que este crecimiento desmesurado, le ocasionó un gran sufrimiento a lo largo de su infancia y adolescencia, hasta tal punto que se vio obligado a dejar la escuela.
No obstante, Édouard siguió estudiando en casa, llegando a ser un hombre exquisitamente culto. Hablaba numerosos idiomas (incluidas lenguas de los indios nativos) y era hábil en multitud de disciplinas. Ahora bien, el sueño de nuestro joven Édouard era ser jinete. Se le daban bien los caballos y montar cuando aún era niño, pero su primera tragedia llegó el día en que uno de sus caballos de la granja, se espantó y le desfiguró el rostro.
Su familia, que no era ajena a la expectación que Édouard causaba entre los vecinos, pensó que en vista de su desfiguración facial y su inmensa estatura, podría ser sin duda todo un «fenónemo humano» que exhibir en los circos. Así lo pensaron y así lo hicieron. Encontraron un promotor y empezaron a dar giras con Édouard.
Te preguntarás qué dijo al respecto nuestro protagonista. En realidad, desconocemos cómo debió sentirse al ver cómo su familia lo empujaba a esa vida de espectáculos y de humillación humana. Adquirió una fama notable y, evidentemente, logró mantener en una buena posición económica a sus 19 hermanos y sus padres.
Con poco más de 20 años, los espectáculos de circo pasaron a ser exhibiciones en las que pelearse con otros hombres de gran envergadura para apostar. Los esfuerzos físicos, los viajes, las presiones… Todo ello acabó enfermándolo, de forma que se sabe que el 25 de marzo de 1901, Edouard tuvo que bajarse de un escenario debido a la tuberculosis.
No obstante, eso no era todo. Tenía un tumor en la glándula pituitaria, algo que él mismo desveló ante su público una noche mientras pedía un vaso de agua. Fallecería a los pocos días y con poco más de 23 años, lamentando no poder estar con sus padres en los últimos momentos.
Pero la historia del gigante Édouard Beaupré no terminó aquí. En un principio, William Burke, director del circo, pensó que estaría bien embalsamar el cadáver para conservarlo. Y lo hizo, para después decidió contactar con la familia para que se hicieran cargo del cuerpo, del traslado hasta su pueblo natal y del posterior entierro. Y en efecto, sus padres y hermanos accedieron, pero el cadáver de Édouard no llegó. De hecho, tardaría casi 80 años en llegar. Lo que hizo el promotor fue conservar el cadáver para exponerlo unos días en una calle de Brodway, y así, ganar dinero.
Más tarde, las autoridades exigieron que el cuerpo de Edouard ser retirara de los escaparates para ser enterrado como debía. ¿Terminó aquí su peculiar periplo? En absoluto. El cadáver se vendió al Museo Edén, al lado del Monumento Nacional el St-Laurent Street, en Canadá. Allí estuvo durante 3 años.
En 1907 unos niños encontraron el cadáver del gigante en un cobertizo, abandonado, dieron la voz de alarma y entonces, del olvido del Museo Edén, el cuerpo embalsamado de Édouard fue entonces a parar a una facultad de Medicina, descansando detrás de un vidrio y a la vista de todos.
Sabemos que este dato te va a sorprender, pero no fue hasta 1989, cuando uno de sus sobrinos reclamó por fin el cuerpo de su tío a la Universidad. Entonces, se acordó quemar los restos de ese cuerpo embalsamado que aún no había podido descansar. Edouard Beaupré recibió los máximos honores un día de julio de 1990, alzándose una figura en su honor y en su pueblo natal: Willow Bunch.
Momento en que por fin, el gigante de corazón amable, pudo reposar tranquilamente...
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