Se llamaban Daisy y Violet Hilton, y su historia, es una de las más tristes de esa época en la cual, tener una particularidad física era todo un negocio para explotar la vida de dichas personas.
Estas chicas lo tenían todo para ser un buen reclamo en un escenario de feria o de circo. Eran jóvenes, bonitas, tenían encanto, estilo y tenían buena voz para el canto. Todo un diamante en bruto a lo que se le sumaba, claro está, lo más especial: eran siamesas y habían nacido unidas por la parte más baja de la espalda.
Esta es su historia y queremos compartirla contigo desde Supercurioso. ¿Nos acompañas?
La triste historia de las hermanas siamesas «encadenadas» por la espalda
Daisy y Violet nacieron en Brighton, Inglaterra, un 5 de febrero de 1908. Su nacimiento fue un pequeño acontecimiento para los médicos y para su madre, que además de ser muy joven y pobre, carecía de marido. Se llamaba Kate y no entendía por qué sus preciosas niñas tenían que haber llegado al mundo con esa particularidad.
Cabe decir que las pequeñas no estaban unidas por órganos internos, lo único que las mantenía «pagadas» la una a la otra, era piel y hueso. Es muy posible que a día de hoy, su problema, se hubiera resuelto con una delicada intervención, pero a principios del siglo XX, aún no era posible llevar a cabo estas operaciones.
En la autobiografía que las propias Daisy y Violet escribieron en 1942, declararon algo muy dramático: los médicos llegaron a convencer a su madre de que no sería capaz de cuidarlas, y de que lo mejor que podía hacer, era ceder a sus hijas al propio hospital.
La joven, a penas una niña, así lo hizo. Y tras aquel día, las pequeñas quedaron al cargo de la partera Mary Hilton, una mujer que vio de inmediato el gran potencial económico que podría suponer el tener la custodia de aquellas criaturas. De ahí, que su educación fuera fría, estricta, carente de cariño y orientada solo a saber posar, a lucir bien arregladas, a saber cantar y bailar como si siempre habitaran en un salón de vodevil.
Cuando tuvieron poco más de 3 años, iniciaron de inmediato toda serie de giras por los Estados Unidos. Y en efecto, el negocio fue redondo. Las vestían de modo delicado pero muy llamativo y artifical, como dos muñecas, con sus rizos y sus lazos e incluso maquillaje. A los pocos años eran unas auténticas expertas en el arte de posar, sonreír y exponerse a las miradas de cualquier curioso. Violet tocaba el piano mientras Daisy hacia bailar el arco por un violín, eran adorables y la gente no podía evitar atender ese espacio de su espalda que las unía de por vida.
Las gemelas Hilton hicieron largas giras no solo por Estados Unidos, también llegaron a Alemania, e incluso Australia. Y Mary Hilton, su madrastra, y antes partera, se enriqueció de la noche a la mañana de un modo espectacular. Cabe decir que los servicios sociales le dieron un toque de atención cuando se dieron cuenta de que las niñas, con poco más de 6 años, vestían ya como auténticas prostitutas solo para captar aún más la atención del público. Se hizo algún que otro cambio para suavizar un poco sus imágenes, pero no tardó demasiado en recurrir al artificio del maquillaje, joyas y vestidos de mujeres adultas para obtener buenos beneficios.
A los 13 años ya hicieron alguna función con Harry Houdini. Pero fue ya a partir de los años 20, cuando empezó a descorrerse algún que otro escándalo sobre historias de abusos con sus agentes y otras personalidades. Afortunadamente, y a raíz de de todos esos rumores, un abogado de San Antonio, Martin J. Arnold, habló con ellas para descubrir, horrorizado, como era la durísima y escabrosa vida de esas chicas, que en realidad, seguían siendo poco más que unas niñas.
El propio abogado las tomó en custodia y las liberó de aquel desagradable cautiverio, de aquella explotación y humillación personal. Ahora bien, cuando Violet y Daisy cumplieron los 21 se alzaron como dos personas completamente libres, y no dudaron en crear su propio espectáculo, el de las «Hilton Sisters Revue». Te gustará saber también que probaron suerte en el mundo del cine y que incluso formaron parte de la conocida película «Freaks», de 1932.
Si te preguntas por su final, hemos de decirte que fue algo triste. Acabaron arruinadas, sin familia y sin nadie que cuidara de ellas. En cierto modo hemos de pensar, que desde el mismo momento en que nacieron, se orientó sus vidas, sus mentes y sus movimientos, solo para ser admiradas, solo para el mundo del espectáculo.
Al llegar a la madurez, se redujeron las ofertas de trabajo y el interés del público. Lo perdieron todo. Murieron solas y a la vez, un 6 de enero de 1969. Se desconoce la causa, pero sin duda, llama la atención que lo hicieran juntas. Algo que nos hace pensar, no cabe duda.
Recuerda, si te ha gustado esta historia conoce la de un hombre asombroso, Pony-Boy.