Se dice que la historia del Octavius está inscrita en la leyenda, y que es difícil determinar dónde se encuentra la auténtica veracidad. Pero lo que en verdad se esconde tras este triste relato de navegación, es la valía y el empeño del hombre por encontrar nuevas rutas marítimas y por hacer frente a la siempre poderosa naturaleza. Esta historia tiene su escenario en pleno siglo XVIII, instante en que las empresas navieras buscaban un camino más corto entre el Atlántico y el Pacífico. Un modo en que poder mejorar el comercio entre Europa y Asia.
Uno de los puntos estratégicos era el llamado «Paso maldito o paso del Noroeste», una ruta donde el objetivo era cruzar ni más ni menos que el océano Ártico. Se dice que el primero en conseguirlo fue un barco fantasma, el «Octavius»
El encuentro con un barco fantasma
Se comenta entre marineros que es algo bastante habitual, que quien pasa gran parte de su vida en el océano con la mirada en el oleaje y su soledad, se ha encontrado alguna vez con barcos fantasma. Barcos abandonados que flotan a la deriva y que cuentan, en sus heridas, la historia de un desastre. De algún accidente.
El 12 de agosto de 1775, el Herald, un ballenero groenlandés avistó una gran sombra abriéndose paso a solo unos kilómetros de distancia de ellos. Sus velas ondeaban con lentitud mientras el vigía daba ya el primer grito para avisar del descubrimiento.
Era una mañana gélida a pesar de estar en verano, el Atlántico Norte nunca perdona, y el silencio de aquel escenario crujía de vez en cuando con el movimiento de algún iceberg, o con la rotura de la escarcha cayendo por las velas. Cuando el capitán del Herald puso su mirada en el catalejo no pudo creer lo que veía. El barco que tenía en frente parecía estar envuelto en cristal. El brillo lo cegaba y por un momento, aquel barco fantasma le pareció una aparición de otro mundo. Estaba casi cubierto por el hielo. Sin que nadie se moviera en su interior.
La tripulación del Herald, no pudo más que erizarse de miedo y pavor. Aquello no era en absoluto un buen augurio. Pero no dudaron ni un momento en obedecer a su capitán cuando éste pidió a ocho de sus hombres a que le acompañaran hasta la proa del barco que tenían en frente.
Era «El Octavius», una nave de la que nunca habían oído hablar. Al subir abordo, fueron recibidos únicamente por el crepitar de la madera, por el silbido del viento y el movimiento de aquellas velas deshilachadas cargadas de escarcha. No había nadie en la superficie, así que, sacando fuerzas de flaqueza, decidieron entrar en el interior…
El enigma del «Octavius» y la valentía de su capitán
Ya en los camarotes encontraron nada más y nada menos que a veintiocho personas congeladas. Estaban acostados en sus camas, cubiertos por mantas y con sus rostros tranquilos… como si la muerte les hubiera llegado plácidamente mientras descansaban. Y lo que encontraron en la cabina del capitán fue casi lo mismo.
El capitán del Octavius descansaba en un sueño sin vida frente a su escritorio, con las manos entrelazadas sobre sus piernas. A su lado, y en la cama, había una mujer joven. En una esquina de la estancia, un hombre que parecía estar intentando encender un fuego, pero el cansancio o el abatimiento lo había acabado derrumbando. También encontraron a un niño pequeño abrazado a un muñeco de trapo. Una composición de la tragedia suspendida en un viento frío, todo un barco sumido bajo el influjo del frío y la congelación que parecía haberlos cubierto por un sueño eterno.
Los marineros del ballenero Herald apremiaron a su capitán a abandonar cuanto antes el Octavius, pero éste, incapaz de abandonar el barco sin dar una explicación a lo ocurrido, decidió quedarse un poco más y leer el cuaderno de bitácora. Sorprendido, no pudo más que quedar sin aliento al descubrir lo que allí se relataba.
Habían salido de Inglaterra con rumbo a China el día 10 de septiembre de 1761. Es decir, hacía ya catorce años de aquello. La última hoja del cuaderno llevaba fecha del 11 de noviembre de 1762 y decía lo siguiente:
«Hasta ahora llevamos atrapados en el hielo 17 días. Nuestra posición aproximada es Longitud 160 O, Latitud 75 N. El fuego finalmente se extinguió ayer y el maestre ha estado tratando de encenderlo otra vez pero sin mucho éxito. Le ha dado la piedra a uno de los marinos. El hijo del maestre murió esta mañana y su esposa dice que ya no siente el frío. El resto de nosotros no siente lo mismo en esta agonía»
El capitán del Herald quedó asombrado al leer aquello. Las coordenadas que indicaban demostraba que habían quedado atrapados justo en el «Paso maldito», al norte de Point Barrow en Alaska, al otro lado del continente americano. Es decir, el Octavius había sido en realidad el primer barco en lograr sobrepasar el legendario Paso del Noroeste. Algo que llevaban cientos de años intentando conseguir.