Hoy en día la expresión «Las aldeas de Potemkin» se utiliza para nombrar cualquier maniobra política o militar que tiene como objetivo ocultar o disfrazar la realidad a ojos de dirigentes, autoridades y poderes centrales. La verdad es que es una frase es poco usada entre la población aunque si es bien conocida por los políticos que suelen utilizar este tipo de maniobras. De todos modos, detrás de esta curiosa expresión hay una aun más curiosa historia. En este artículo os vamos a contar el origen de «Las aldeas Potemkin».
Construcción de «Las aldeas de Potemkin»
En 1787 la zarina Catalina II de Rusia fue a visitar la península de Crimea con motivo de la reciente adhesión de este territorio a la gran Rusia. Por aquel entonces, el gobernador de Crimea era el general ruso Grigori Alexandrovich Potemkin. Potemkin sentía una gran vergüenza por enseñar los pueblos destrozados de Crimea a su majestad. Destrozados por la guerra Ruso-Turca que se había producido años atrás. Por este motivo el gobernador decidió ponerse manos a la obra para arreglar ese desaste, pero lo hizo de una manera un tanto peculiar…
Con ayuda del ejército y los civiles de la zona consiguió reparar y pintar todas las carreteras y fachadas por donde iba a pasar la comitiva de su alteza. Aun con estos arreglos, Potemkin se dio cuenta de que no era suficiente, quería darle a Crimea un aspecto más nuevo y más sofisticado. Es por ello que mandó construir pueblos fantasmas, pueblos cuyas casas eran solo una fachada (Cómo las de la imagen de cabecera), no tenían habitaciones ni ningún otro muro que no fuera el frontal (El que Catalina II vería).
Estas aldeas fantasmas debían tener, por orden de Potemkin, el aspecto más próspero que les fuera posible improvisar. Pero aquí no terminó la cosa, el gobernador de Crimea obligó a que el pueblo saliera a la calle con sus mejores galas, las mujeres con vestidos y los hombres de traje. Debían aplaudir y vitorear a Catalina a su paso, de lo contrario el ejército tomaría medidas contra los que no lo hicieran.
El día de la visita de Catalina a Crimea
El día de la visita de Catalina II llegó, seguramente esa noche Potemkin no durmió bien, sabía que Catalina podía descubrir aquella farsa. Pero no fue así, estas casas compuestas únicamente de fachadas falsas, cumplieron con su deber y Catalina pudo comprobar para su agrado «La gran prosperidad y el gran afecto del pueblo de Crimea». La zarina quedó maravillada y volvió a su casa pensando que en Crimea existía un gran amor por la corona y un altísimo grado de sofisticación y prosperidad económica. Menos mal que no le dio por abrir ninguna de las puertas de los pueblos fantasma…
¿Y tú? ¿Conoces algún otro ejemplo de «Aldeas de Potemkin»? Si es así, déjanos un comentario más abajo para que podamos preparar un artículo más adelante.