Lilith, Lili, Lilitu Lamia o Laila, todos estos nombres están asociados a una tradición judeocristiana que se remonta a la Biblia –en algunas de sus traducciones–, a la antigua tradición judía y, posiblemente, a la mitología sumeria, con lo que estaríamos hablando de unos 5.000 años atrás, a las fuentes primitivas conocidas del temor humano a la sexualidad y los “poderes oscuros” de la feminidad.
La Biblia y la tradición judía
Lilith vendría a ser en la tradición judeocristiana la primera mujer creada por Dios, anterior a Eva. En la Biblia sólo hay una mención a Lilith, en Isaías 34:14: “Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso”, pero que no está presente en todas las traducciones, hay versiones donde Lilith es reemplazada por “Lamia”, y otras, como la de Casiodoro de Reina, donde pasa a ser una lechuza.
En la rica tradición judía Lilith fue creada junto a Adán, pero no quiso subordinarse a él, ni espiritual ni físicamente, y prefirió huir del Edén y establecerse en el Mar Rojo, aunque eso conllevó a que Dios la maldijera para que sólo engendrara demonios y ella misma adquiriera una figura demoníaca.
Posteriormente este mito se ha asociado a los súcubos, los demonios lascivos femeninos que visitan a los hombres en sueños para alimentarse con su semen (la polución nocturna).
La figura del mal (la mujer, lo carnal) perturbando a los hombres inocentes en sus sueños…
Más allá de Israel
Muchos historiadores consideran que la figura de Lilith precede al Antiguo Testamento y se deriva de otra figura femenina de la mitología sumeria: Lilitú (Lilitu, Lili o Ardat Lili: un ser semidivino que usaba el sexo como arma y cuyo reino era la noche). Al pasar a la tradición judía, que también deriva de la cultura sumeria, este ser se convirtió en Lilith y quedó asociado también a la palabra “laila”, que en hebreo significa “noche”.
Lilith, la otra versión
Pero hay también una versión solapada de este personaje que comenzó a ser reivindicada durante la década de los 60 del siglo pasado: la de Lilith como una pionera del feminismo, de la liberación sexual y de la igualdad de derechos y de género.
Esta versión, que considera a Lilith hecha del mismo polvo que Adán, puede encontrarse en un manuscrito hebreo del siglo X, el Alfabeto de ben Sira, donde poco antes de abandonar a Adán y el Edén para irse al Mar Rojo le dice: “¿Por qué he de yacer debajo de ti? Yo también fui hecha de polvo, y por tanto, soy tu igual”.
Y es por esto, amigas y amigos, que la segunda se hizo con una costilla de Adán. Pero la semilla de la igualdad ya estaba sembrada.
Si te ha gustado el artículo, seguro que te interesa conocer figuras femeninas que han trascendido por su forma de ser, como Tamara de Lempicka, o como Olympe de Gouges.