La historia de Lola Montes (Móntez), hija de un militar británico que se hizo pasar por bailarina exótica española, es apasionante. Rebelde desde su niñez, vivió al margen de las imposiciones de su época. Descubre la apasionante figura de Lola Montes, la escandalosa cortesana que hizo abdicar a un rey.
Lola Montes, la escandalosa cortesana que hizo abdicar a un rey
Elizabeth Rosanna Gilbert nació en Irlanda en el año 1821. Su padre, Edward Gilbert, era un militar británico y su madre, Eliza Oliver, hija de una noble familia irlandesa, tenía tan solo 15 años cuando ella nació. En 1823 el matrimonio se traslada a la India, donde el padre de Elizabeth muere de cólera al poco tiempo.
La madre, Eliza, vuelve a casarse y su nuevo marido, Patrick Craigie, preocupado por el carácter de la niña y la vida que llevaba en la India decide enviarla a Escocia, a casa de su padre, para que pueda asistir al colegio. Sólo llegar, Elizabeth empieza a dar problemas, al parecer enganchó flores en la peluca de un anciano mientras estaba en la iglesia y corrió sin ropa por el pueblo, entre otras travesuras. La familia de su padrastro, cuando tenía 10 años, decidieron enviarla a un internado en Sunderland (Inglaterra) del que fue trasferida por su comportamiento a otro en la ciudad de Bath. A los 16 años se fugó y se casó con el teniente James Thomas. Se establecieron en Calcuta donde Elizabeth aprendería bailes exóticos. Su matrimonio duró 5 años, al cabo de los cuales, la joven regresaría a Londres para triunfar como «Lola Montes, bailarina española».
Lola tuvo una gran acogida en la capital británica, pero todo se fue a pique cuando se descubrió su verdadera identidad. En esa época ya se tienen noticias de que era considerada una cortesana, ya que aceptaba dinero y regalos de hombres pudientes a cambio de «favores». Se trasladó al continente y se estableció en París donde fue amante de Franz Listz y de Alejandro Dumas padre, entre otros. Al parecer su fama se debía más a su belleza, elegancia y desparpajo que a sus habilidades reales como bailarina.
Tras su estancia en París, de donde parte por se la causante de un duelo con víctima mortal, se traslada a Munich. Allí conoce a Luis I de Baviera y se convierte en su amante. Las anécdotas escandalosas de esta relación son muy numerosas; se contaba que Lola, a la pregunta del rey sobre si su cuerpo era obra de la naturaleza o del arte, se había cortado el vestido con unas tijeras y mostrado sus pechos en público. También se decía que el monarca había expresado su satisfacción con las relaciones que mantenía con Lola, ya que el dominio que esta tenía de sus partes íntimas habían conseguido que tuviera 10 orgasmos en 24 horas.
Lola, mientras fue amante de Luis I, apoyó a los liberales frente a los conservadores y la iglesia y estos la atacaron continuamente. Consiguió ser nombrada condesa de Landsfeld, título que llevaba incluida una anualidad económica considerable. El pueblo empezó a odiarla por su carácter tiránico y arrogante y por los gastos que producía. Una revuelta en el país por su causa, entre otras cosas, llevó a abdicar al rey Luis I. Ella huyó a Suiza donde esperó en vano la llegada del monarca. Decepcionada, regresó a París y después a Londres.
Su carrera y su vida ya no remontaron. Volvió a casarse un par de veces y vivió en EE.UU. y Australia donde actuó para los mineros durante la fiebre del oro. De regreso a América, muy deteriorada su salud, vivió prácticamente en la indigencia hasta su muerte a causa de la sífilis en 1861, cuando tenía 39 años.
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